Un trimestre más, nos asomamos a los datos detallados del INE para ver la evolución de las partidas desglosadas del componente de demanda que conforma la producción de nuestro país durante los meses de julio, agosto y septiembre.
A pesar de las serias dudas con respecto a la adecuación de estas cifras a la realidad económica (es decir, teniendo en cuenta que muy posible lleven tanto maquillaje que cada vez se parezcan más a un payaso, sin gracia, claro), nos dan los indicios de por donde está tirando más o menos la economía (quizás haya problemas en la cuantificación, pero no tanto en la escala cualitativa, de la tendencia económica.
Contexto internacional
Con toda Europa galopando a lomos de una depresión de caballo, y con Grecia y Portugal ante el estandarte de la gran evolución de los países rescatados (con una caída en este tercer trimestre del 7,2% y del 3,4% respectivamente), las perspectivas futuras sobre el desarrollo de nuestra economía interna y la posibilidad de relegar nuestro crecimiento en la economía externa, se hacen cada vez más negativas.
La evolución temporal sigue siendo decreciente para la mayoría de los grandes países de la eurozona. Reino Unido parece empezar a recuperar terreno, y Estados Unidos sigue con los crecimientos sostenidos aunque tímidos a los que nos tiene acostumbrados. Alemania y Francia siguen dando síntomas de estancamiento y los cuatro magníficos (España, Italia, Portugal y Grecia) siguen siendo los alumnos aventajados, en términos recesivos claro.
El resto de países mantiene una tónica de menor crecimiento exceptuando a los países bálticos que siguen aguantando el tipo.
Evolución del PIB
En datos generales, la economía ha caído este último trimestre un 1,6% interanual y un 0,3% en términos intertrimestrales. Ambas variables muestran un retroceso en la evolución de nuestra producción que ahonda más en la depresión en la que estamos sumidos.
Ambos datos son ligeramente por encima de los previstos, lo cual le da alas al gobierno de pensar que la cosa está empezando a remontar. Algo que se sigue antojando lejano.
Veamos ahora la evolución por partidas. Como siempre, a partir de aquí los datos son sobre el crecimiento interanual.
Demanda interna y externa
Uno de nuestros problemas es que nuestra única esperanza, tanto para el crecimiento sostenible, como para el continuo pago de una deuda a todas luces demasiado grande (tanto pública como privada), es el camino de la exportación.
Sin embargo, la evolución cada vez más negativa de nuestros vecinos comerciales (que también se ven sumidos en procesos de ajuste) hace que nuestras exportaciones no aumenten tanto como deberían, y mantener intacto nuestro modelo productivo (y energético) hace que nuestras importaciones no caigan a mayor ritmo que nuestro consumo.
De hecho, la proporción de demanda (consumo más inversión) que satisfacemos mediante importaciones no ha decrecido (de hecho va en un paulatino aumento, ya ha alcanzado el 32%), por lo que el decrecimiento en nuestras importaciones está lejos de ser explicado por una mejora competitiva, sino por un factor puro de demanda.
Con un sector externo estancado y un sector interno en caída libre, nuestra economía seguirá esta espiral recesiva, sin visos de mejoría repentina.
Por otro lado, podemos observar la evolución de nuestro mercado externo por partidas.
En primer lugar vemos como nuestras exportaciones siguen evolucionando a mejor ritmo que nuestras importaciones (que caen). Ya llevamos dos trimestres registrando un valor positivo a nivel corriente (sin descontar inflación) en nuestro sector exterior, sobre todo por las exportaciones de servicios, que cada vez van mejor.
Esto se traduce en que las empresas de servicios, en muchos casos, industriales como ingenieros o arquitectos, están delegando parte de su producción en los países vecinos. Esto tiene su parte positiva, en tanto cuanto permite que sobrevivan ajustándose y globalizándose al mercado externo, pero también hace mucho más probable que estas empresas tiendan a moverse a otro país (cuando los clientes son en gran parte internacionales, el movimiento empresarial se hace mucho más flexible y óptimo para buscar una nacionalidad más acorde y beneficiosa), lo cual podría ser negativo a medio plazo.
Nuestro exterior por tanto, sigue relegando en las exportaciones, no tanto a través del cambio en el modelo productivo, que sigue sin aparecer, sino por el relevo de la escasa producción en servicios que podemos relegar en el exterior (donde se incluye el siempre beneficioso turismo).
Consumo
El consumo cae un 2,5%, una caída que es dos décimas superior a la del trimestre anterior. El profundo ajuste en el consumo se explica por la consiguiente caída en los salarios de los trabajadores (que caen ya un 5,4%) y en el mayor número de desempleados que por razones obvias no pueden hacer frente a un continuo aumento del consumo.
La necesidad de seguir pagando una deuda privada enorme hace mella, aunque la tasa de ahorro vaya disminuyendo como vimos en el análisis de las balanzas sectoriales.
El consumo de las familias es un 2% menor al de hace un año, y la tendencia mantiene el decrecimiento medio de tres décimas por trimestre.
Y el ajuste del sector público, que alcanza ya casi el 4%, profundiza aun más esta caída.
Los excedentes brutos sí aumentan (en torno al 3%), pero sabemos que esto contradice a los resultados de otras encuestas como la central de balances del Banco de España, por lo que la cosa no está del todo clara.
Inversión
La inversión tiene una evolución, si cabe, peor.
Cayendo a tasas cercanas ya al 10%, lastrados por un sector de la construcción que aun sigue aumentando el ritmo de ajuste (cayendo un 12,6%) y por una inversión en bienes de equipo (necesaria para la producción futura) que cae al 7,2%, aunque parece que va a empezar a estancar el ritmo de caída.
Esto denota claramente que sin unas perspectivas claras de crecimiento económico, y con un sistema financiero totalmente muerto, la inversión no puede despegar.
No surgen ideas nuevas ni hay posibilidades de arriesgar (la mayoría de empresas nuevas son de bajo capital intensivo, bares, tiendas…), y las pocas que haya acaban en nada con un sistema bancario que tampoco está dispuesto a arriesgar.
La expectativa a medio plazo es, por tanto, bastante negativa. Y partiendo de que nuestro sector inmobiliario aun no se ha ajustado del todo, que los problemas bancarios siguen estando en el aire, la tasa de morosidad sigue por las nubes y que las medidas fiscales siguen asfixiando a las empresas (pago de IVA incluido), era de esperar.
Por otro lado me gustaría destacar un hecho sorprendente. Siempre que salen los datos de crecimiento trimestral leo que es el consumo lo que ha fomentado la caída en la producción.
En primer lugar, hay que tomar el consumo interno. De nada me sirve que aumente el consumo si es un consumo que implica tener que importarlo de fuera. Teniendo eso en cuenta el consumo interno es el 48% del PIB, la inversión es el 19% y las exportaciones el 33%. Mirando la evolución en tasas de crecimiento está claro que la inversión tiene una mayor caída que el consumo (9,9% frente a 2,5%). Podríamos pensar que como el consumo tiene un mayor peso aunque caiga menos proporcionalmente impacta más en la economía. Y fue así durante un tiempo. Pero ya no. Si tomamos las variables en términos nominales (para poder comparar entre partidas):
La inversión cae en total ya más que el consumo, por lo que ambas variables tienen culpa (y la inversión más) en el desplome de la economía.
Otra cosa sería argumentar que es el hecho de que el consumo va a seguir cayendo lo que hace que las pretensiones y las ganas de invertir se vayan al traste, en ese caso la caída en el consumo podría ser una causa indirecta en la caída de la inversión (argumento que en parte comparto, aunque obviamente no lo es todo).
Esto entra en la casuística d ela biflación. En un proceso en el que los bienes de capital están en terreno deflacionario mientras que los bienes de consumo están en uno inflacionario. En este sentido, el peso de la inversión en la economía no para de caer, y la fuente de crecimiento de medio y largo plazo permanece en un stand-by.
Esto entra en la casuística d ela biflación. En un proceso en el que los bienes de capital están en terreno deflacionario mientras que los bienes de consumo están en uno inflacionario. En este sentido, el peso de la inversión en la economía no para de caer, y la fuente de crecimiento de medio y largo plazo permanece en un stand-by.
Producción por sectores
Atendiendo a la evolución de la economía por la vía de la oferta nos topamos con un sector de la construcción que, de nuevo, sigue en caída continua (y aumentando el nivel de ajuste), una industria que se está llevando la segunda ola recesiva de este doublé dip y los servicios, que poco a poco van entrando en terreno negativo también.
Hace ya tiempo que la crisis dejo de ser únicamente un factor condicionado del sector de la construcción, y aunque la burbuja haya sido el inicio de esta catástrofe económica, estamos empezado a adolecer gravemente de la sostenibilidad del resto de sectores, que caen como fichas de dominó.
Entonces… ¿Cómo estamos?
La evolución de la economía sigue el patrón preestablecido que ya veníamos advirtiendo desde hace tiempo. Ajuste tras ajuste sin la posibilidad de cambiar nuestro modelo productivo al ritmo necesario para poder exportar netamente a unas tasas consistentes, estamos siguiendo la misma estela que nuestros vecinos del sur (y lo que nos queda). Mientras desaprovechamos el capital humano que tenemos y el empleo (variable que nos debería dar autentica vergüenza) lo relegamos a un problema de tercera clase, nuestra economía sigue estrangulándose a si misma para pagar una deuda que se antoja difícilmente pagable en las condiciones actuales.
A falta de conocer los datos del último trimestre de 2012, está claro que encaramos el próximo año con peores perspectivas cada mes. Pasaremos de los 6.000.000 de parados (en base a la EPA), y seguiremos con las mismas recetas y políticas impuestas en base a un déficit que, de momento, va camino de ser superior al del año pasado.
Solo el maquillaje y la creatividad contable nos están salvando de algo que podría ser mucho peor. La pregunta es si podremos remontar (algo que parecía posible cuando el resto de Europa parecía que iba a crecer) o si permaneceremos estancados por al menos otros cinco años (por decir algo corto). Si seguimos el mismo camino, vamos a lo segundo.
Escrito por Miguel Puente Ajovin en Caótica Economía. Sígueme en twitter
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