4 nov 2012

(Neo, New, Post) Keynesianismo


Muchas veces, ya sea en debates televisivos, programas de radio o blogs de temática económica, se alude al pensamiento keynesiano, derivado del expuesto por John Maynard Keynes, como si se tratase de una única escuela de pensamiento. No está mal para un comentario genérico, pero lo cierto es que hay una gran heterogeneidad dentro de los así llamados “keynesianos”, que puede estructurarse en tres escuelas diferenciadas cuyo eje central de discurso, hipótesis de partida y conclusiones políticas son bastante diferentes.

El desarrollo de estas diferentes escuelas parte, obviamente, de los propios escritos de Keynes, siendo la “Teoría general del empleo, el interés y el dinero” uno de los libros más influyentes para el desarrollo de la teoría económica.

En el discurso que dio Krugman hace poco más de un año en el 75 aniversario de la publicación del ya citado libro dividía el pensamiento keynesiano en dos líneas diferenciadas. Una, centrada en el capítulo 12, que versa sobre la psicología de los inversores y su influencia en un mundo en el que se van formando expectativas en un contexto de incertidumbre. Y otra, basada en el equilibrio general entre una demanda agregada que podía ser insuficiente para dar trabajo a todo el que estuviera dispuesto. Hice una exposición de esa división en su momento.

Aquí quiero hacer una dicotomía más clara, partiendo de las diferentes escuelas así reconocidas, como son la síntesis neoclásica (neokeynesians), el nuevo keynesianismo (new keynesians) y el post-keynesianismo (post-keynesians).

          Neokeynesianism (Síntesis neoclásica del keynesianismo)


Keynes no era muy ortodoxo. Su planteamiento general sobre la economía la realizaba desde un tratamiento discursivo y pocas formulas pueden encontrarse en sus conocidos libros. Era, por tanto, casi una necesidad atraer sus ideas al mundo ortodoxo de los modelos económicos, para que el tratamiento de sus hipótesis y las conclusiones derivadas de las mismas tuvieran un tratamiento más científico (falsable), y pudieran compararse (como así escribiría Hicks) con otros trabajos que trataban temas similares como, por ejemplo, los de Pigou.

Al menos así lo expone Hicks que, en 1937, escribía “it seems worth while to try to construct a typical “classical” theory” para introducir el famoso modelo IS/LM, que sintetizaría las ideas de Keynes sobre el equilibrio general en un contexto en el que los precios estaban fijados por el contexto económico. Se ha convertido prácticamente en la escuela introductoria del keynesianismo en la enseñanza universitaria actual. Pero ya en las conclusiones el propio Hicks recalcaba que el modelo no dejaba de ser una mera simplificación de la estructura teórica que había detrás y que no incluía elementos tan importantes como la estructura y la distribución de la renta dentro de la llama “renta agregada”.

Samuelson y Solow colaboraron en esta reformulación de las teorías keynesianas en un marco clásico que intentaría, más adelante, reformular las teorías macroeconómicas (sobre el comportamiento de los agregados) a través del comportamiento microeconómico de los individuos.

La idea principal que desarrolla esta escuela versa sobre las causas del desempleo, que ocurría cuando el sistema dejaba de estar en equilibrio, por la escasa flexibilidad de los salarios o los precios y, por tanto, las fricciones inherentes del sistema a tender al equilibrio. El objetivo era el de construir la idea de equilibrio general expuesta por Keynes y explicar en base a esta las causas del desempleo no voluntario. El problema es que para ello tuvo que apoyarse en tres ideas fundamentales de la llamada “escuela clásica”:

  • La neutralidad del dinero, que dice que los cambios monetarios no afectan a la economía real.
  • El axioma ergódico, que plantea que el mundo pueda ser predicho, es decir, esté predeterminado por los parámetros del mercado.
  • La sustitución perfecta, que dice que cada bien puede ser sustituido por el consumo de otros bienes.

Pero lo cierto es que Keynes no creía en ninguna de estas tres cosas.
Cuando uno trata de acercarse verdaderamente al pensamiento keynesiano es, justamente, como una refutación a estos planteamiento clásicos. Por ello, a esta escuela se la suele denominar como “bastard keynesianism” y, a aquellos que no la abandonaron (incluso Hicks se arrepintió más adelante), “old keynesians”.

          New keynesianism (nuevo keynesianismo)


Con el auge del monetarismo, la teoría neoclásica, y la ortodoxia económica, este keynesianismo descafeinado no resistió el envite que fue la crisis de los 70. Así, nació la necesidad de volver a las ideas originales de Keynes pero, de nuevo, a través de la ortodoxia económica. Se trató de repetir el invento anterior desde una perspectiva más compleja y más completa. Los modelos más sofisticados podían permitir introducir algunas ideas diferentes de una forma más realista y afín a las ideas originales.

Lo cierto es que el desarrollo de esta escuela se hace en un contexto de gran heterogeneidad entre sus autores. La idea que tenemos de que todos los keynesianos promueven la necesidad de déficits fiscales (quizás una de las ideas más comúnmente expuestas) es erróneo, puesto que ni siquiera todos creen en la efectividad de la política fiscal.

De nuevo, surge la necesidad de realizar modelos basados en una teoría macroeconómica que introduzca en el equilibrio los problemas e ideas que aparecen en un contexto agregado, como pueden ser los bienes públicos, externalidades, fallos de mercado o problemas de información perfecta. Quizás sean estas ideas las que mejor describan el leitmotiv de esta escuela, independientemente del pensamiento original de Keynes que, de nuevo, se pierde un poco por el camino.

Así mismo, la idea de una mico fundamentación de toda teoría macroeconómica se afianza. Se rechaza todo inductivismo, el hecho de trazar las líneas generales de la teoría basándose en la experiencia y la evidencia. Por ejemplo, en vez de partir de que el consumo es una parte de la renta derivada de nuestra propensión marginal a consumir (tautología obvia), se parte de que el consumo forma parte de nuestra función de utilidad y es, a través de su maximización, cuando los individuos deciden cuanto consumir.

Así, estos “nuevos keynesianos” necesitan de ciertas herramientas neoclásicas como las expectativas racionales, que, junto a la posibilidad de que existan varios equilibrios posibles a corto plazo llegan a hacer efectiva la política económica (tanto monetaria como fiscal).

El eje de acuerdo fundamental sigue siendo el que los precios y los salarios (elementos monetarios) no se ajustan automáticamente, por lo que el equilibrio puede no estar asegurado durante bastante tiempo. Un gran interés ha sido dotar de fuerza microeconómica esta idea, a través de toda una batería de elementos como los contratos implícitos, evolución de los mark-up, selección adversa, problemas en las balanzas sectoriales, costes de menú, etc. Además de potenciar el estudio del desempleo no solo a través de la demanda, sino del emparejamiento en el mercado laboral y sus fricciones.

El enfrentamiento fundamental entre la escuela clásica y el nuevo keynesianismo se encuentra en el estudio del corto plazo y su tendencia al equilibrio. En el largo plazo, la economía de oferta cobra un mayor protagonismo (incluso algunos creen en la ley de Say) y la neutralidad del dinero adquiere más fuerza.

Actualmente, la macroeconomía avanzada da cuenta del debate y las ideas en torno al desarrollo de estos equilibrios en el corto y medio plazo, en base a modelos más variados, específicos y sofisticados.

          Post-keynesianism


Paralelamente al nuevo keynesianismo, surge el post-keynesianismo, que es el intento de retomar las ideas originales de Keynes al completo, actualizándolas consecuentemente en torno al desarrollo de una nueva escuela más próxima al autor. No se trata por tanto de convertir algunas ideas de Keynes en un contexto ortodoxo, sino de seguir el espíritu de sus ideas en el desarrollo de una teoría económica que no tenga porqué seguir los cánones de la ortodoxia.

Una de las principales críticas que hacen los autores post-keynesianos es la mala representación que se hace de las ideas originales de Keynes por parte de los autores de las dos escuelas previamente descritas. Esto no quiere decir que todas las ideas del post-keynesianismo surgan o sean originales de Keynes, sino todo lo contrario. No tratan de “copiar con diferente letra”, sino de inspirarse y seguir el análisis por la senda abierta (y ni mucho menos cerrada) por Keynes. De hecho, los primeros autores  de esta escuela son los propios estudiantes de Keynes.

El punto de ruptura surge en el inicio del desacuerdo, el propio modelo IS/LM, y la consideración de que es la rigidez en la flexibilidad de precios lo que causa el desempleo no voluntario.

La primera de las criticas a la escuela clásica, la noción de “neutralidad del dinero”, causa todo un desarrollo analítico sobre los efectos monetarios en la economía. Desde las restricciones que el crédito puede causar en la demanda efectiva, la endogeneidad del crédito (o imposibilidad de elegir el nivel de oferta monetaria y el tipo de interés a la vez), los desarrollos sobre la formación de burbujas o la inestabilidad financiera de Minsky, y la más reciente Teoría Monetaria Moderna.

En segundo lugar, la estructura en la preferencia de activos líquidos o monetarios y el hecho de que parte de estos no son perfectamente sustitutivos en el corto plazo en bienes o servicios hace que pueda originarse una demanda ineficiente para una estructura productiva determinada.

Unida al hecho de que el futuro no puede ser predicho, en base a la incertidumbre como eje fundamental, hace que la inversión pueda ser demasiado inestable como para hacer que en el medio y largo plazo se vuelva a tender al equilibrio.
Durante una crisis, la gente puede tener preferencia a guardar más dinero, atesorar o ahorrar (ya que le da una cierta seguridad tener dinero líquido), y que las inversiones se localicen en otro país (por la incertidumbre en torno al desarrollo de la crisis), deprimiendo aun más la economía. 

Por supuesto, parte de estos desarrollos (muy variados), forman parte de la heterodoxia económica al no ajustarse o, directamente, rechazar varias ideas que conforman el mainstream de la economía actual.

También hay que añadir que algunos autores incluyen, sino dentro del post-keynesianismo sí muy cercano al mismo, al pensamiento derivado de Sraffa y de Kalecki. 

          Conclusiones


Espero que haya quedado claro que hablar del keynesianismo como tal es útil en un contexto muy general, pero puede no ser muy acertado en un uno en el que el análisis del pensamiento económico sea la clave. Como podemos ver en la siguiente tabla, las diferencias entre el nuevo keynesianismo y el post-keynesianismo son notables, aunque ambas estén más próximas entre si que junto a otras teorías como puedan ser el monetarismo de Friedman o la escuela austríaca.

Fuente: La relación entre la nueva economía keynesiana y la economía postkeynesiana

Me gustaría enfatizar aquí la divergencia metodológica expuesta en la tabla. Si bien la ortodoxia económica (y por tanto el nuevo keynesianismo) intenta establecer y formular modelos generales que intenten simular el comportamiento económico con el fin o el propósito de entender su funcionamiento y poder, con ello, predecir (siendo estas predicciones las que se validan y contrastan con la realidad), la propuesta del post-keynesianismo se basa en partir de la realidad establecida y explicarla a través de modelos que, de partida, se asumen que no son universalmente válidos. El énfasis, por tanto, pasa del objetivo científico de predecir en el caso de uno, a explicar, en el de otro.

Por último, reseñar el hecho de que cada autor, dentro de una misma escuela económica, tiene sus particularidades y propios desarrollos, que amplían y dotan de ciertos matices teóricos (y filosóficos) que son los que dan vida e interés a los debates y los que hacen que el desarrollo y la construcción personal de un pensamiento único y propio sea mucho más útil y e interesante. 

PD: Para describir una escuela económica en particular habría que escribir (y así se ha hecho por parte de numerosos autores) varios libros. Ya no digo nada si lo que se intenta es enmarcar varias escuelas y contraponer unas con otras. Lo aquí expuesto no es más que un resumen muy simplificado de cada una de las escuelas y sus diferencias.  

Fuentes:
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