Escrito por Miguel Puente Ajovin en Caótica Economía / @caoticaeconomia
Cuando hablamos de
empresas solemos tener en mente, como un adjetivo parejo a la esencia misma de
su existencia, la palabra competencia.
Las empresas compiten,
sí, pero también colaboran entre si, formando redes empresariales de todo
ámbito, en casi cualquier tipo de sector y de muy diferentes formas. Es importante
entender cómo se forman y porqué, tanto desde un sentido dinámico (evolución),
estático (comportamiento estratégico) y geográfico (su relación con clusters y
especialización espacial).
¿Qué es una red empresarial?
Una red empresarial
(interfirm network), se define por una serie de actores económicos (empresas),
que actúan como nodos, y una serie de relaciones (de colaboración) entre las
mismas. Podemos imaginar la gran casuística de redes que pueden surgir, tanto
por la composición de las empresas (homogéneas o heterogéneas), la cantidad y
forma de las relaciones (publicitadas o secretas), la distancia geográfica (o
en un sentido más amplio, institucional), la distribución de poder entre las
empresas (con una líder, o con gran similitud entre ellas)…
Una red horizontal (en la
que las empresas realizan una producción similar) suele estar bastante cerrada
y ser una forma de disuadir la entrada de otras empresas y aumentar en conjunto
su cuota de mercado.
Una red vertical (en la
que hay diferentes escalas de producción y el output de unas es el input de
otras), suele emplearse para beneficiarse de las economías de escala.
Pero los objetivos de
estas redes pueden ir mucho más allá, tratando de aumentar su
poder informativo (tanto a la hora de obtener esa información como en la
necesidad de generarla), o pueden
existir con un objetivo puramente regionalista o geográfico (o político). Pueden
surgir como una forma de generar un nuevo producto que sirva de puente o unión
sobre ámbitos o productos que en sí son muy distintos. Pueden surgir como forma
de potenciar y agilizar el proceso de investigación e innovación.
Estas redes pueden tener
un componente muy heterogéneo, sobre todo si se trata de empresas jóvenes que
traten de interactuar unas con otras como una forma de conseguir crear una
reputación, ampliar sus marcos de actuación y beneficiarse de clústeres de
información. Empresas de alta tecnología que comparten tanto inputs, o la forma
de usar estos inputs (como puede ser la misma tecnología) como un mismo
espectro de consumidores son un ejemplo bastante común estos días. Aunque en
general pueden ser redes más pequeñas (dúos o tríos) y con propósitos más
concretos (creación de productos específicos) que las redes de corte más
homogéneo.
Pueden beneficiarse de un mayor poder de negociación (a través de aumentar su
escala productiva, publicitaria…), lo cual permite obtener inputs a menor
precio o una mayor financiación, elementos que son muy necesarios sobre todo
para empresas jóvenes. Las empresas que ya estén bien posicionadas en el
mercado pueden preferir mantener estas relaciones en secreto, entrando por
tanto en otras prácticas estratégicas como la colusión, pactar precios, etc,
que permiten ampliar sus beneficios pero que, en gran parte, son ilegales.
Ejemplos más o menos
estudiados recientemente incluirían la formación de una red empresarial en torno al cluster de producción
vinícola chilena, la investigación del genoma en empresas francesas (que
formaban redes para mejorar el acceso y uso de los recursos) y el desarrollo y
explotación de la biotecnología en empresas alemanas.
¿Cómo se forman?
Estudiar la formación de
estas redes es importante para entender la casuística que pueda
afectar la manera en la que estas redes se forman. No es lo mismo un sistema
institucional que fomente la creación de redes secretas y colusivas que aquel
que fomenta las redes de innovación o colaboración productiva.
Claro que la propia forma
en la que se establecen estas redes también cambia en el tiempo. Es una
evolución continua.
La fuerza triádica (o
transitiva), refuerza el hecho de que si dos empresas no ligadas entre si
colaboran con una tercera, es muy probable que acaben colaborando también entre
sí. También existen diferentes fuerzas que crean un mayor peso colaborativo
entre diferentes partes de una misma red empresarial. Pero en general, si bien
estas fuerzas hacen evolucionar y cambian el desarrollo de la propia red, no
explican su creación.
Podemos definir cinco
parámetros de proximidad que afectaran positivamente a que varias empresas
decidan crear una red de colaboración.
Es más fácil que dos
empresas se relacionen si utilizan una misma base tecnológica e informativa
(proximidad cognitiva), si las empresas comparten unas mismas normas, valores o
formas de organizarse (proximidad organizativa), si pertenecen al mismo sector
productivo (proximidad institucional), si participan en el mismo contexto
social y su output va dirigido a un mismo sector de consumidores (proximidad
social) o si comparten una misma área geográfica, lo cual incluye no solo una
proximidad física, sino el hecho de compartir unas mismas instituciones,
idiomas, misma cantidad y estructura de consumidores, etc (proximidad
geográfica). Esta última es muy potente si la estudiamos de forma aislada,
sobre todo porque incluye en cierta forma un poco de cada una de las
anteriores.
Un ejemplo: El sector audiovisual
Una forma muy visible de
ver estas redes es en las películas o series de televisión (donde colaboran
diferentes productoras o agencias). Por ejemplo, cuando Antena 3 colabora en la
producción de una película, gana prestigio o publicidad si la película es
buena, y la película gana un extra publicitario en la cadena (que sale hasta en
el telediario). También los videojuegos son productos que comparten diferentes
compañías, si bien una suele ser la cabeza visible, suele haber como mínimo una
desarrolladora y una productora (que la publicita y pone a la venta).
En este gráfico podemos ver el porcentaje de productos (en este caso videojuegos) que
se han formado de forma autónoma (1 empresa) o con la colaboración de hasta 6
empresas:
En el estudio de la
evolución y creación de estas redes, obtenemos resultados que son similares a la
creación de clusters (que aunque parecidos son cosas totalmente distintas, los
clusters son aglomeraciones geográficas de empresas que compiten, no
colaboran). La proximidad geográfica influye, y mucho, en la generación de
lazos y redes de colaboración. Además es un efecto que, lejos de lo que pueda
pensarse, es cada vez más potente. Curiosamente, el efecto que va perdiendo
fuerza es el componente institucional (aunque yo lo definiría mejor como sectorial,
ya que se refiere al hecho de pertenecer al mismo sector productivo). Cada vez
más los productos, sobre todo los de consumo relacionados con las nuevas
tecnologías, adquieren una mayor heterogeneidad de roles y actores en su
formación. A un videojuego, no solo el pedimos que entretenga, tiene que tener
una buena historia, realismo, una buena banda sonora… Las series de televisión
o incluso las películas también gustan de salir de la pantalla, ya sea en forma
de comic (series como Fringe, o Doctor Who han tenido, ya no se si siguen),
producción de merchandising (que hizo rico al amigo Lucas), o entrar en otros
sectores como el de las novelas o, de nuevo, los videojuegos.
La colaboración
empresarial permite, además, especializar aun más el sistema productivo, lo
cual, ya desde Smith, se plantea como uno de los factores más importantes a la
hora de aumentar la productividad y producción de un determinado sector.
Espero que haya resultado
interesante este vistazo rápido a uno de los fenómenos más interesantes en la
interrelación de las empresas consigo mismas y sus consumidores. Una relación
compleja y evolutiva que merece la pena estudiar.
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Referencias:
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