Escrito por Miguel Puente Ajovin en Caótica Economía / @caoticaeconomia
El aumento continuado del déficit sigue su ritmo, y alcanza
ya el 3,41%, a solo un 0,09% de alcanzar la cifra límite fijada para el estado
para el ejercicio de 2012.
¿Qué demonios está pasando?
La mejor forma que tengo de explicarlo claramente es
mediante la conocida ley de acción – reacción. La tercera ley de Newton dice
algo así: Con toda acción ocurre
siempre una reacción igual y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos
cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto.
La ciencia económica no es una ciencia exacta como la
física, pero sí tenemos tautologías que se pueden asemejar a esta ley. Las
posiciones financieras de dos agentes situados en el vacío son iguales y en
sentido opuesto, es decir, lo que para uno es déficit (en este caso el sector
público) para otro es superávit (sector privado). En el caso económico, el
vacío suele ser una isla desierta.
¿Qué implica esto? Básicamente, que da igual la fuerza que
hagas para mover algo, si ese algo te lo devuelve con la misma fuerza.
Baja el déficit estructural, el déficit que decide el estado
mediante inversiones o gastos a discreción, pero aumenta el déficit cíclico,
aquel que depende de la propia actividad económica y está al margen, en
principio, de lo que desee el propio estado. Y eso es lo que observamos.
El estado baja sus consumos intermedios un 11,2%, baja su inversión
un 15,6%, las transferencias de capital un 65,1%, ayudas a la inversión un
82,3%... Ese es el reflejo de la austeridad, que, de nuevo, no hay que verlo en
el déficit total, si no en los esfuerzos de aquellas variables que el Estado
puede manipular. Claramente a la baja.
El problema es que la austeridad responde con fuerza, en un
entorno donde el sector privado necesita mantener recursos para pagar su deuda,
la actividad económica se resiente y pasa lo que pasa:
Las prestaciones sociales aumentan un 3,2%, las
transferencias sociales aumentan un 24,7%, y las transferencias corrientes a
las CCAA (para que luego su déficit se rebaje al mínimo, pues es lo que muchos
agentes internacionales temen por el desfase tan abultado del año pasado) un
24,4%.
Y si la actividad económica se resiente, así lo hacen los
ingresos vía impuestos (de los que solo se puede decidir el gravamen, no la
cantidad total percibida). Aumentan los ingresos por el IRPF (tras el aumento
de todos los tramos), pero caen por el IVA, capital, dividendos… En total, un
4,2% menos de ingresos y un 11,2% más de gastos, a pesar de los esfuerzos por
bajar el déficit, que se dejan ver.
¿Inesperado? Para nada. Lo único que nos queda esperar es
que en diciembre pegue el increíble salto que pegó el año pasado:
PD: En el documento aparecen varias tablas comparativas entre gastos e ingresos. En mi caso utilizo los recursos y empleos no financieros, que son aquellos que reflejan el déficit del 3,41% de los que habla todo el mundo.
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