Escrito por Miguel Puente Ajovin en Caótica Economía / @caoticaeconomia
Hay una tendencia natural a pensar en los sistemas como
entes en equilibrio. Al menos, en lo que solemos llamar, “equilibrio estable”.
Un equilibrio es estable cuando situaciones que estén fuera
del equilibrio hacen de forma endógena que se tienda hacia él. Por ejemplo, en
la parte más básica de la economía, tenemos que si hay una sobreoferta (se
ofrece más de lo que se demanda), eso provoca que disminuyan los precios,
disminuyendo la oferta (puesto que habrá empresas que ya no sean rentables a
esos menores precios) y aumente la demanda (ya que la gente está dispuesta a
comprar más si el producto es más barato). De forma que se llega al equilibrio,
donde la oferta es igual a la demanda.
Sin embargo, hay otro elemento que viene a fastidiar un poco
todo, y es que el mundo está bastante abierto. No creo que podamos pensar en el
retorno del equilibrio económico en España y del equilibrio en Italia, y en
Alemania. Ya no somos entidades o sistemas aislados y el equilibrio, de
existir, es conjunto.
Entonces introducimos otro elemento también bastante
económico para seguir pensando en términos de equilibrio: la convergencia. Si
hay un desequilibrio, y unos países van más avanzados que otros, los más
rezagados irán más deprisa. Esto es más cierto cuanto más cerramos el cerco en
torno a los países a los que queremos ver evolucionar. Hay convergencia entre
los países de Europa, permitiendo que países más pobres, por ejemplo, que
tengan menores salarios, y donde su mano de obra sea más barata, puedan
exportar con mayor facilidad, permitiendo un mayor crecimiento que el resto de
países con los que comparte unas mismas trabas comerciales. Relacionando ambos
términos tenemos la “convergencia condicional”, donde un país va a crecer menos
cuando más se acerca a su equilibrio estacionario.
Pero la integración entre diferentes sistemas (países,
regiones, ciudades), nos ha enseñado a tener cuidado con la forma en la que
medimos o pensamos en los equilibrios, pues las situaciones de aglomeración y
concentración catastróficas (o no), pueden existir.
El ejemplo más claro son los pueblos. Podemos mirar el
crecimiento de la renta per cápita para ver si hay convergencia con el resto de
pueblos y ciudades, y podemos mirar las tasas de desempleo o la inflación por
regiones para atender a los desequilibrios, pero hay algo también importante: la
cantidad de gente que hay en el sistema. Básicamente porque un pueblo
abandonado podríamos considerarlo en equilibrio por la ausencia de
desequilibrios (hay que tener cuidado como definimos los estados, por tanto).
No creo que podamos decir que hay un equilibrio poblacional.
El resto de variables económicas pueden tender al equilibrio, pero en muchos
casos lo hacen a través del movimiento poblacional que neutraliza los
desequilibrios.
Tenemos suerte de que esa flexibilidad en el movimiento
poblacional no sea tan grande. Mantener una crisis económica durante mucho
tiempo en un mismo lugar puede no desembocar en una crisis aun mayor si se
entiende que es transitoria. Pero si todo el mundo tuviera claro que en un par
de años aquí no trabajaba ni el tato, y existiera esa gran libertad de
movimiento de la que los Estadounidenses hacen tanta gala entre sus estados,
los emigrantes que se van hacía Alemania y similares serían algo más que
preocupantes cifras que no van a nada. Ni siquiera los andaluces parecen irse a
otras comunidades autónomas dentro de España homogeneizado las tasas de paro.
Tenemos suerte porque en cualquier momento se nos van los
más preparados, que llevan años estudiando o trabajando y son reconocidos
fuera, donde además pueden optar a un mayor salario. Porque en un momento en el
que el capital humano no tiene casi importancia, los movimientos poblacionales pueden
no tener incidencia en la media. Pero si hay heterogeneidad, y la hay, y se van
los mejores, podemos entrar en un circulo vicioso en el que nuestro equilibrio
estacionario sea el mismo que el de los pueblos, la decadencia paulatina de su
población, empezando por los más preparados.
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