7 ago 2012

Cambiar o... cambiar


La situación en nuestro querido país no para de ir a peor. Hace un año (o quizás menos) muchos estábamos convencidos de que no éramos Grecia; sin embargo, escándalo tras escándalo, decisión tras decisión, nos hacen pensar que quizás no seamos tan diferentes.


Es imprescindible mencionar, y recalcar, que el potencial productivo de España es muy (muy) superior al de Grecia. Nuestro tejido empresarial, aunque cada vez más mermado, no es comparable al del país heleno. Por tanto, nuestras posibilidades de éxito, aunque reducidas, son mucho mayores que las de los griegos. La solución no es fácil, como día tras día estamos viendo, pues requiere que muchos factores entren en una necesaria armonía que, por el momento, parece muy difícil de alcanzar; pues, no sólo depende de nosotros, sino también de que la Unión Europea y sus instituciones den un decisivo paso al frente.

Sin embargo, nosotros tenemos un importante papel que jugar, pero debemos hacerlo siendo conscientes de nuestros errores del pasado, de nuestras capacidades y, sobre todo, de nuestras debilidades. Los errores del pasado han sido muchos y de diferentes estilos, y podemos aproximarnos a ellos a través de esta magnífica serie de siete artículos que se publicó en El País sobre las crisis que ha vivido nuestro país, conocer el pasado puede ayudarnos a entender el presente.

Las capacidades de nuestro país son muchas, aunque la situación actual y los actos de los “peores” empañen ese éxito. Las capacidades no sólo las encontramos en el clima y en la dieta mediterránea, tenemos un potencial intelectual e innovador enorme; seguramente, a cualquiera el primer nombre que se nos viene a la cabeza para mencionar a una persona de éxito es Amancio Ortega (¡la tercera persona más rica del mundo!), pero existen muchos más ejemplos sobre la capacidad de la sociedad española. Entre estos ejemplos podemos encontrar Blusens o el Grupo Mondragón, pero no sólo en el mundo empresarial encontramos paradigmas de éxito; ya que, por ejemplo, podemos destacar a importantes investigadores económicos reconocidos mundialmente como Luis Garicano o Jordi Galí. Es decir, la capacidad de la sociedad española como individuos con opciones de éxito no es una restricción.

Por su parte, nuestras debilidades, al igual que los errores, son de diversa índole y podríamos encontrar numerosos tipos; sin embargo, yo quiero centrarme en nuestra debilidad institucional, en la incapacidad de los dirigentes, y de otros muchos estratos de la sociedad con el suficiente poder, de actuar con rigor y objetividad, y no dirigidos por intereses espurios y egoístas. Pero, nuestras debilidades van más allá de las acciones de los que ostenta la capacidad de dirigir el barco, nuestras debilidades se encuentran en cada pueblo, en cada ciudad, en cada uno de nosotros, en definitiva, en nuestra débil estructura institucional.

De esta forma, la débil estructura institucional de nuestro país supone una de los mayores inconvenientes para nuestra recuperación y despegue. Hemos visto errores en los organismos reguladores, e.g. BdE-Bankia, CNMV-preferentes; hemos presenciado grandes escándalos de corrupción, conocemos el problema de fraude fiscal que existe en nuestro país, el incoherente mal uso de recursos públicos, la escasa capacidad de cooperación que existe entre individuos, etc. Hemos vivido todos estos fallos institucionales, tanto formales como informales, y todavía seguimos aquí, en pésimas condiciones pero seguimos aquí.

Podemos seguir compadeciéndonos de todo lo que se ha hecho mal y buscar a quién culpar de cada error, o podemos aceptar los errores y comenzar de cero. Recuperar la credibilidad y el buen hacer de nuestros organismos reguladores, establecer leyes y sanciones ejemplares frente a los casos de estafa y corrupción, utilizar recursos de manera eficiente buscando el progreso y el crecimiento sostenible (es necesario que los recortes no se hagan por ideología, sino por eficiencia pensando a largo plazo) y comenzar a implantar en la educación de las futuras generaciones la importancia de la cooperación para vivir en sociedad y evitar comportamientos individuales que al final perjudican a todos, inclusive a quién los practica.

La crisis que estamos viviendo, no es únicamente económica, es también una crisis social e institucional, pero que nos debe servir para mirar hacia delante y mejorar como país, como individuos y, sobre todo, como sociedad. Pues, como dijo Albert Einstein: “En medio de cada dificultad reside una oportunidad”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Anímate a comentar!