28 jul 2012

Una razón para la equidad


Siguiendo la línea de esta interesante entrada que Miguel Puente Ajovin publicó hace unos meses sobre la correlación que existe (o puede existir) entre desigualdad y crecimiento, veo oportuno abordar la cuestión sobre si la equidad contribuye a mitigar las fluctuaciones económicas y, por tanto, si ésta favorece a la estabilidad macroeconómica.


En el artículo mencionado se pone de manifiesto, y se establecen las puntualizaciones necesarias, la relación que existe entre crecimiento económico y desigualdad. De forma que el crecimiento económico es un componente imprescindible para lograr reducir la desigualdad tanto dentro de los diversos países como entre ellos. Esta afirmación es claramente obvia, pues si no aumenta el tamaño de la “tarta” hacer un reparto más o menos equitativo plantea destacables dificultades, y está bastante consensuada. Sin embargo, no tiene porqué existir esta relación directa de modo que la desigualdad se reduzca a medida que aumenta el output de un país, pues ésta dependerá de diferentes factores como el sistema fiscal del país, la estructura del gasto público, etc. Así, parece claro que el mejor punto de partida para reducir la desigualdad es aumentar el tamaño de la tarta.

Ahora bien, habrá muchas personas que se preguntarán ¿por qué tengo que compartir lo que he ganado con mi esfuerzo? ¿Por qué debo “mantener” a otras personas? Estas preguntas pueden encontrar respuesta a través de razonamientos morales alegando motivos de justicia u otro tipo de comprensión filosófica. Sin embargo, como reflejo en mi artículo sobre la libertad, la opinión de cada uno no tiene que coincidir con la del resto y mucho menos ser la verdad absoluta. Llegar a un consenso, a través del debate sobre qué es justo o qué no, es muy complicado por no decir imposible, pues ¿qué significa "que es lo más justo”? Las respuestas que cada individuo puede dar a esta simple pregunta pueden ser muy diferentes y, en algún caso, hasta controvertidas. De esta forma, a pesar de que muchos individuos puedan estar plenamente convencidos de que es necesario que las sociedades sean más equitativas por una simple razón de justicia social, creo necesario buscar argumentos ajenos a la filosofía que favorezcan a convencer (o al menos comprender) que la equidad es un factor clave por motivos de estabilidad y eficiencia, más allá de la justicia social.

Muchos autores han vuelto a poner encima de la mesa los problemas derivados de la desigualdad, entre los que destaco tanto a Joseph Stiglitz como a Raghuram Rajan. Ambos autores, aunque no son los únicos, advierten de la necesidad de sociedades más equitativas para poder hacer sostenible el crecimiento económico y contribuir a la estabilidad macroeconómica. En Estados Unidos, por ejemplo, la concentración creciente de la renta en el grupo de individuos que más tiene contribuyó al diseño de políticas que fomentaron el consumo a través del endeudamiento de modo que los más ricos financiaron el consumo de los grupos de ingresos medios y bajos. De esta forma las autoridades hicieron creer que lo único importante era el consumo y no la renta. Este consumo sistemático financiado con deuda se rompió una vez estalló la crisis financiera mundial, de modo que el crédito se “secó” dejando a muchas familias endeudadas y debilitando la demanda interna.

Es necesario tener en cuenta que los hogares de ingresos medios y bajos destinan una proporción de su renta a consumir mucho mayor que los hogares de ingresos altos, de modo que una vez finalizado el ciclo de crédito barato y con los ingresos de los hogares “consumistas” estancados, la demanda efectiva será insuficiente, lo que supondrá un shock negativo sobre la producción y el empleo. Considerando, además, que el consumo en los países más desarrollados representa alrededor de 2/3 de la producción total parece que se puede empezar a vislumbrar la necesidad de una distribución más equitativa del ingreso puesto que sólo el consumo de bienes de lujo no estimulará la demanda interna. Rajan argumenta en este artículo de Project-Syndicate como la desigualdad está afectando de forma negativa al crecimiento, el cual como ya mencionamos es un factor imprescindible para reducir la desigualdad. Por tanto, la relación crecimiento-desigualdad existe en ambos sentidos: sin crecimiento es complicado reducir la desigualdad, pero la desigualdad afecta negativamente al crecimiento.  

Todo esto no quiere decir que la sociedad deba ser plenamente equitativa, pues eso supondría suprimir cualquier tipo de incentivo al esfuerzo para innovar, para invertir, en definitiva, para enriquecerse. Sin embargo, es necesario tener en cuenta como elevados niveles de desigualdad pueden tener efectos negativos y amplificar la gravedad de las crisis económicas, como se analiza aquí y aquí. Por tanto, habiendo considerado cómo elevados niveles de desigualdad de renta afectan negativamente a la estabilidad macroeconómica es necesario plantearnos cómo se puede solucionar esta clase de desequilibrio. Habrá argumentos de diferente tipo; a favor de sistemas fiscales más progresivos (la mayoría de los “ricos” no lo serían sin clases medias y bajas que consumieran sus productos o servicios), mayor gasto público que garantice la igualdad de resultados, o cualquier otra clase de razonamiento que se os pueda ocurrir.

Con todo esto, en mi opinión, veo necesario modernizar los sistemas fiscales de modo que sean realmente progresivos, mejorar la eficiencia del gasto público de modo que se garantice la igualdad de oportunidades incentivando el esfuerzo y sacrificio ─“quien algo quiere, algo le cuesta”─, y trabajar en el desarrollo de instituciones inclusivas de calidad que inciten a vivir como una sociedad, no simplemente como un conjunto de individuos aislados;  de forma que estos factores contribuyan a que los niveles de desigualdad no generen problemas macroeconómicos ni los amplifiquen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Anímate a comentar!