14 oct 2012

El problema de la inflación


Parece que existe una lucha (desde mi punto de vista muy mal enfocada) entre los que se preocupan por la inflación y los que se preocupan por el desempleo. No es nada nuevo, claro. El debate sobre los efectos reales contra los efectos monetarios y las políticas necesarias sobre un conflicto con diferentes vertientes lleva su tiempo y suele enfrentar las posturas de estímulo cortoplacista que intente disminuir los efectos negativos sobre el empleo y la estabilidad monetaria que debe existir para que la inflación (es decir, la escalada de precios) no se vaya de las manos. Todos tenemos en mente el mismo objetivo, pero nos diferencian en demasía las claves para conseguirlo.

La relación, o trade-off, entre inflación y desempleo siempre ha estado en el punto de mira desde que se obtuviera la conocida “curva de Philips”, una resultado empírico que relacionaba de forma negativa las dos variables. Podemos entender la inflación como el sobrecalentamiento de la economía. Si esta está funcionando a pleno rendimiento y se intenta disminuir el desempleo más de lo que estructuralmente es posible, se genera un aumento de la demanda por encima de la capacidad de producción que fuerza los precios al alza. Por otro lado, enfriar la economía puede acaba en grandes descalabros en el empleo.


Las críticas a esta relación se hicieron patentes de forma estándar gracias a Friedman, que acabó con el trade-off (relegándolo a un segundo plano de corto plazo), y estableciendo el concepto de NAIRU (o paro de largo plazo, o estructural).

Pero el debate sigue en pie, por supuesto. En un momento en el que España tiene casi un 25% de paro, con una economía que, ni de lejos, está funcionando a pleno rendimiento, ¿sería inflacionario acometer políticas que intentaran poner a trabajar de forma discrecional a los desempleados? ¿Cuánta inflación estaríamos dispuestos a permitir a cambio de que el desempleo se redujera?

Para los que, como yo, piensan que el desempleo es un problema algo más grave que el mero problema de corto plazo (histéresis, perdida de capital humano, migración de los más preparados…) entendemos que “algo hay que hacer”. Pero la manera en la que se haga influye mucho en el resultado.

Soy el primero al que no le gusta como se organizan las expansiones del banco central europeo tal y como las hace en la actualidad, pues son totalmente ineficientes. El dinero, o retorna de nuevo en los depósitos del banco central o acaba en las manos de los pueden acceder al crédito y lo dedican a inversión no productiva (bienes refugio o de especulación que potencian al alza el precio de materias primas y, por ende, al resto de la economía).

Diferente debate sería si habláramos de las propuestas de Steve Keen (que daría el dinero directamente a los ciudadanos para que pagaran su deuda o aumentaran su consumo y demanda) o las que promueven una financiación más directa de los estados, que podrían dedicar el dinero a planes de estímulo concretos. Digo que el debate sería diferente aunque, desde luego, seguiría existiendo. Los problemas de oferta que tenemos (tan importantes o más que los de demanda) tampoco los estamos teniendo en cuenta, ni planteamos nada para corregirlos. Y deberíamos enterarnos de que el largo o medio plazo no es sino la suma de varios cortos. Llevamos de crisis ya cinco años, lo del corto plazo se nos queda corto ya.

Pero hoy no quería hablar de esto. Quería hablar del problema de la inflación. Porque parece que cuando alguien como yo usa el argumento del empleo es porque no le importa para nada el problema de la inflación y, desde luego, no es así (como tampoco creo que sea en el caso contrario).

Uno de los problemas de la inflación viene de “la incapacidad humana de asimilar la función exponencial” (cita que se ha hecho famosa estos meses). No digo entender, digo asimilar. Entender la entendemos todos, tenerla en cuenta en nuestros análisis ya es otra cosa.

     El problema de la inflación

El problema básico es que si un año la inflación es del 2%, no parece mucho. Es cierto. Aumentar la inflación un año al 5% es bastante, pero podría ser razonable si consiguiéramos resolver nuestros problemas. El problema es que con una inflación del 2%, en 10 años los precios han aumentado un 21%. En 20 años casi un 50%.

El problema de la inflación tiene dos vertientes: La perdida de valor del salario, y la perdida de valor del ahorro.

La única solución del primero es el aumento de los salarios, para mantener la capacidad adquisitiva (esto incluye pensiones). El problema es que (a), no aumenta al mismo ritmo y (b) hacerlo podría crear una espiral aun más inflacionaria, puesto que los salarios son una parte (a veces no muy grande, pero parte al fin y al cabo) de los costes de la empresa, que se vuelven a reflejar en los precios.

El segundo también es problemático, si definimos un periodo de, más o menos, diez años, como un periodo corto de ahorro (hablamos de ahorro a futuro, no ahorrar unos meses para comprarte un televisor), nos damos cuenta de que tus esfuerzos son solo el 80% de lo que deberían ser. En 20 años, la mitad.

Aquí hay siempre dos frentes enfrentados. ¿A quien afecta más la inflación? ¿A los pobres o a los ricos?

Lo cierto es que hay una solución algo simple para que los ahorros no pierdan valor o capacidad adquisitiva: invertirlos. Aunque esto también puede generar una espiral, si la inversión se hace justamente en aquellos bienes o sectores con un perfil más inflacionista justamente para no perder capacidad adquisitiva, estamos generando una burbuja, en el que el aumento de precios se debe a una sobreinversión derivada de la expectativa del alza de precios.

Los pequeños ahorradores son menos dados a invertir en estos procesos, y el dinero suele dar simplemente un pequeño interés por parte del banco. Además de que los más pobres tienen una mayor propensión al consumo, y este a su vez de productos más básicos (con mayor alza de precios).

A veces se suele decir que la inflación beneficia a los deudores porque aumenta los conceptos de corte nominal (que es como se establece la deuda). Si la inflación aumenta un 10% (por ejemplo) y el PIB real se estanca, tu economía ha crecido un 10% en términos nominales, y el porcentaje Deuda sobre PIB cae.
Pero en las familias no es igual del todo. Si aumenta la inflación pero no aumenta tu renta / salario, tu capacidad de pago no aumenta. Y es más, si han aumentado los precios de consumo, de un consumo que se antoja básico y por tanto, difícil de reducir en términos reales, disminuye tu capacidad de pagar la deuda. La inflación, por si sola, no beneficia en el pago de la deuda.

     Inflación: Un concepto de largo plazo.

Tomando los datos del INE, podemos ver cuanto han crecido los precios desde 2002 hasta esta parte (septiembre de 2012). El índice general ha aumentado en un 34,68%. En poco más de diez años (y nueve meses), la capacidad de compra de una misma renta o ahorro ha caído en un 25,75% (No, no es igual. Con esto suele haber cierta confusión. Si aumentan un 1% los precios, pierdes casi un 1% de tu capacidad de compra, pero si los precios aumentan un 100% pierdes un 50% de capacidad de compra).

Hay cosas que han reducido su precio. Los equipos informáticos un 85%, los cinematográficos o fotográficos un 75%, equipos de imagen y sonido un 66%, juguetes casi un 13%, electrodomésticos, un 4%...
Son bienes en los que hemos aumentado nuestro consumo y su proporción en nuestra cesta, por lo que su efecto si lo hemos ido notando.

Pero la alimentación ha aumentado entre un 15 y un 65% (depende de qué alimentos observemos, el general un 34%), los servicios culturales un 36%, los servicios sociales un 50%, de mantenimiento un 56%, por no hablar de la distribución del agua, 55%, electricidad, 79%, los carburantes, 105%, u otros combustibles (con el record de 180%).

Como vemos, la inflación afecta mucho más en aquellos productos básicos: agua, electricidad, gasolina, (sin entrar ya en otros bienes como los inmuebles que no entran dentro del cálculo del IPC pero a los que se destinan gran parte de la renta del trabajador).

Así que sí, la inflación es un problema al que debemos tenerle puesto el ojo y es un problema escurridizo porque se le puede meter poca mano. Algunos aluden al patrón oro como única medida de equilibrio a largo plazo, pero los bandazos que se producen en el corto y otros problemas estructurales me prohíben defenderlo.
También hay que tener una mayor conciencia de los fundamentales de la oferta. Problemas en la producción de petróleo y los efectos de algunas medidas energéticas como los biodiesel en la producción agraria tiene efectos que muchas veces no son tomados en cuenta y que elevan el precio de los productos básicos. Si hay algo que interese entender también entre la relación entra la demanda y la oferta es la capacidad productiva por la vía energética, necesaria junto al esfuerzo humano para poder llevar a cabo la gran totalidad de nuestras actividades económicas.

Escrito por Miguel Puente Ajovin en Caótica EconomíaSígueme en twitter

2 comentarios:

  1. Me gustaría añadir un par de cosillas al artículo, que pueden parecer contradictorias entre sí:

    0) Coincido que, puestos a expandir la base monetaria, lo mejor y más justo es darle el dinero directamente a la gente, como propone Keen. (Otra cosa es que, de entrada, expandir la base monetaria alegremente sea algo sensato)
    1) La otra cara de la moneda, de la que se habla menos, la deflación, también puede resultar perjudicial. Si la inflación ataca al acreedor y ahorrador, la deflación lo hace al deudor y al consumidor. Lo teóricamente ideal sería una invariancia de precios. (Aunque hay que matizar que claro, con el desarrollo de la productividad, unos precios deben caer, ceteris paribus, y con el aumento de la demanda, otros deben subir, ceteris paribus.) La inflación (definida en términos de IPC)sería un alza en un precio inferior al que debería ser y la deflación su inversa.
    2) El patrón oro no tiene por qué generar variaciones brutales a corto plazo. A largo es trivial ver que es estable. Pero para hacer el experimento a corto necesitaríamos reintroducirlo como moneda (Ya que la mayor liquidez reduciría las oscilaciones)
    El mercado ha avanzado en este tiempo y ahora debería haber menos oscilacions que antes. De hecho, estoy seguro que si cogemos el IPC de un país sin patrón oro en aquella época, mostraría oscilaciones similares. ¿Qué hacemos? Los que proponemos patrón oro no pedimos meter lingotazos de oro por la boca a aquellos que no lo quieran, sino simplemente permitir a aquellos que sí, usarlo. (Aboliendo las leyes de curso forzoso). No habría falta ni abolir los bancos centrales ni dejar de exigir impuestos en una moneda dada (Se habría de convertir el oro en euros para mandárselos a Hacienda y ya). Libertad de elección y poco más.
    Sobre este tema, http://www.theatlantic.com/business/archive/2012/08/why-the-gold-standard-is-the-worlds-worst-economic-idea-in-2-charts/261552/
    http://www.acting-man.com/?p=19285

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario Artir.

      En general bastante de acuerdo. De la deflación no he hablado pero sí, tiene algunas dinámicas diferentes pero es igual o más perjudicial si cabe que la inflación.

      Eliminar

¡Anímate a comentar!