7 oct 2012

¿Qué es un modelo económico?


A la hora de estudiar y entender el funcionamiento de los fenómenos económicos, la ciencia económica relega parte de su trabajo en la elaboración de modelos matemáticos que representen el comportamiento de un determinado sistema con el fin de poder explicar razonadamente el procedimiento causal de una cadena de sucesos y poder, una vez entendido, simular y predecir las consecuencias que derivarían de una determinada acción o hecho económico.


Podemos diseccionar ligeramente esta definición (propia) para entender algo mejor qué es y para qué sirve un modelo económico según mi propia visión, probablemente no muy ortodoxa, en el contexto de la ciencia económica.

En primer lugar, ¿Por qué usamos las matemáticas para la representación de un sistema basado, sobretodo, en el comportamiento social?

Nuestro mundo es un mundo complejo. Inclusive con unas pequeñas reglas sencillas se pueden llegar a hacer juegos y pueden surgir problemáticas que sean de difícil solución y, partiendo del hecho de que el hombre es, presumiblemente, libre, ¿qué nos hace pensar que pueda ser analizado el comportamiento económico, derivado de la acción humana, de una manera simple y matemática?


Para responder esta pregunta podemos apelar al comportamiento lógico del individuo o a las ecuaciones tautológicas del agregado (en una forma rápida de dividir el estudio económico en sus dos grandes ramas: la microeconomía y la macroeconomía).  

     1 – El proceso deductivo del comportamiento individual

La primera nos permite hacer un estudio deductivo del comportamiento de un sistema económico formado por agentes (individuos) económicos apelando a su sentido de acción lógica (individual). Somos libres, sí, pero también somos racionales, lógicos.

El lenguaje de la lógica suele ser expresable en términos matemáticos, si no en términos exactos, si abstractos (como el concepto de función de utilidad) y traduciendo ciertas hipótesis sobre el comportamiento lógico en términos matemáticos podemos tratar de configurar un cuerpo teórico sobre el comportamiento económico a una escala más general.

El problema es doble. Hay que saber cuales son las bases del comportamiento y hay que saber traducirlas bien en un sentido lógico-matemático. Si alguna de las dos falla, toda la estructura deductiva, por muy bien que se haya hecho, se vendrá abajo, y las conclusiones no tendrán ningún sentido. Y el problema no es tanto del segundo caso como del primero. Aun en el caso de que supongamos, como parece razonable hacer, que el ser humano es racional, ¿cuáles son todas las hipótesis que deberían describir este comportamiento racional?

En general hay una regla básica que opera tanto en individuos como en empresas. Los sujetos intentan maximizar su indicador (abstracto o no) de bienestar. En el caso de las personas, esto es maximizar su “bienestar” o “utilidad”. En el caso de las empresas, hablaríamos del beneficio. Es en si misma una idea que denota la base del comportamiento lógico y estratégico de todo agente económico. Todo acto, todo hecho, estará basando en el propósito de alcanzar un mayor grado de bienestar individual.

Para desarrollar todo este esquema en los individuos (personas) es necesario construir elementos como el concepto de “función de utilidad”, que estructura y ordena las preferencias de los individuos. Para ello es necesario definir la racionalidad de los mismos a través del conjunto de hipótesis o axiomas que forman lo que se suele llamar la “teoría del consumidor”. Que es la base del estudio del comportamiento del mismo, y de la estructura de los modelos económicos neoclásicos que dan pie al estudio microeconómico.

     2 – El proceso inductivo del estudio de los agregados

Por otro lado, tenemos el estudio matemático de las variables macroeconómicas, que dejan de ser una deducción sobre unas hipótesis más o menos racionales y pasa a ser la observación de la evolución de las variables económicas, que en una gran parte son de carácter agregado que es donde más fácil es poder obtener los datos a analizar.

El proceso deductivo no surge de una observación o hecho innato como es el que perseguimos nuestro propio beneficio, sino de una tautología, una verdad obvia, como puede ser que toda compra es, al a vez, una venta, o la descomposición del nivel de producción en subpartidas que, sumadas, dan el total.

Esto en si mismo es un problema, ya que tienta bastante hacia el inductivismo, el querer sacar conclusiones de la mera observación del comportamiento de los agregados. Y es un problema por dos razones. Primero, porque la observación no hace juicios generales, sino solo particulares. Segundo, porque viendo el agregado nos estamos perdiendo las interacciones que surgen dentro del mismo que pueden ser tan importantes como determinantes.

Por ello se ha tratado de dotar a la macroeconomía de esa fundamentación microeconómica que incorporara un cuerpo teórico previo al comportamiento del agregado en base a la agregación del comportamiento individual. Pero al hacer eso se pierde parte de la esencia de la propia macroeconomía y hay bastantes dudas de que realmente sirva de algo, si la heterogeneidad no se implementa de forma correcta, lo cual es difícil y costoso.

Como mínimo, el estudio macroeconómico nos sirve para estudiar la evolución en el corto plazo del crecimiento económico (y los canales por los que deviene), las finanzas sectoriales desde una óptica más detallada o elementos que, por definición, son de carácter agregado, como la inflación o la oferta monetaria. Así como para dotar de unos indicadores que permitan establecer en cierta forma el estado de la nación y su evolución.

     3 – Nuestros modelos económicos

Desde que Quesnay hiciera su Tableau Économique, para muchos el primer “modelo económico” como tal (que describía el flujo de rentas entre los diferentes agentes sociales, asalariados, terratenientes y capitalistas), el enfoque ha evolucionado bastante, aunque otros como Cournot o Petty también quieren llevarse el trofeo.

El paso de un discurso histórico, filosófico o descriptivo hacia uno matemático se hacía necesario para comprender y focalizar los argumentos de una forma neutra y más objetiva, que iba al paso de los desarrollos matemáticos del propio siglo XVIII.

En el Siglo XIX, la revolución marginalista acabó por formalizar el lenguaje matemático dentro del discurso económico, pasando del estudio centrando en la distribución (de la renta, el trabajo, las plusvalías…) al análisis del propio consumo y el efecto en la utilidad (bienestar), más concretamente en los efectos “marginales”, es decir, en el margen. Este tipo de análisis permite establecer los cambios marginales (variaciones) de unas variables por el cambio de otras, lo cual inicia todo el desarrollo neoclásico posterior.

La explosión del análisis económico se desarrolla en cambio en cada vez más ámbitos y diferentes formas. Las teorías de crecimiento económico, con el tiempo como eje central, la geografía económica, centrada en la distribución de la actividad económica en el espacio, la teoría de juegos, como base del estudio estratégico de diferentes agentes en un contexto de competencia determinado, el estudio del bienestar, la teoría de elección social… cada una de ellas, y muchas más, con sus particulares formas de modelizar la economía, de entender el funcionamiento del sistema económico, y de representar a los agentes o variables que los conforman, centradas sobre un eje bastante diferenciado: El tiempo, el espacio, la competencia e interdependencia estratégica, el comportamiento óptimo, las identidades contables, los fallos de mercado…

     4 - ¿Para qué sirve un modelo económico?

Llegados a este punto, nos podemos preguntar, definitivamente, ¿sirven para algo los modelos económicos?

Los modelos físicos, por ejemplo, dan cuenta del comportamiento de un universo que, por suerte, es estable y cuantificable matemáticamente, tiene constantes fijas y es totalmente neutro frente a los propios descubrimientos (en un nivel agregado).

La economía, en cambio, no es estable. No hablo de la evolución temporal de las variables económicas, sino de que el estado institucional, las relaciones sociales, la forma de interactuar y, por tanto, de competir, la forma en la que se establece el estado y la ideología política predominante evolucionan y cambian. El marco socio-político no es estable y, por tanto, ¿qué garantías hay de que la base de la economía, o el proceso económico y su funcionamiento, altamente dependiente de ambos, no se mueva?

Por otro lado, los aspectos económicos son fácilmente cuantificables si nos fijamos únicamente en la “primera capa” de la economía. Conceptos como la utilidad, el excedente o bienestar de los consumidores, la capacidad potencial de producción, los propios ciclos (bien definidos), los fallos de mercado, la innovación, el capital humano, etc, son elementos difíciles de cuantificar a nivel práctico (o empírico), no tanto teórico.

En la economía no hay constantes fijas (a su vez, esto tiene relación con el primer punto). La gente decide cuanto consume y ahorra en una proporción bastante variable. El efecto de unas variables sobre otras no es constante, las elasticidades precio/renta/substitución, tan necesarias para el estudio de la competencia y el bienestar, no son constantes…

En realidad, podríamos decir que sí existen unas pocas constantes. Por ejemplo, según la teoría cuantitativa del dinero y la ecuación de Fisher: MV=PY, o, dicho de otro modo: (MV)/(PY) = constante = 1. (¿Trampa? Puede ser…)

Y desde luego, los descubrimientos a nivel económico no son neutros. Las investigaciones económicas sirven de base para los propios debates y pugnas del nivel político y social, que enmarcan y modifican los propios procedimientos económicos. Los seres humanos no somos átomos. Nos revolucionamos, predecimos y actuamos teniendo en cuenta la información que intuimos como cierta y sentimos empatía (en mayor o menor grado) por el resto de individuos.

Con tantos problemas, ¿qué realidad puede existir detrás de los modelos económicos? ¿Qué validez pueden tener?

Una de las primeras obviedades que hay que reconocer es que un modelo económico no es la representación total del sistema económico. Es la formalización matemática de una parcela, de un problema o de una argumentación de tipo económico. Ningún modelo, por sí mismo,  tiene  “toda la razón”. Quizás una escuela de pensamiento, que es el conjunto de “modelos” o ideas que representan una forma determinada de ver y entender el mundo sí pueda tener mayor o menor razón, pero una abstracción individual de la realidad no.

En segundo lugar, es obvio que, en materia económica, las variables que se afectan entre si son en numerosas ocasiones demasiadas, y el estudio económico se centra en los efectos que son, en principio, más importantes. A la hora de estudiar el consumo, el nivel de renta y los precios tiene mucho que decir, y el resto de variables pueden tener una menor trascendencia, pero en otros aspectos la mayor importancia de unas variables frente a otras se determina de manera subjetiva. La forma en la que modelizamos la economía parte, desde el principio, de la elección de las variables exógenas que van a acaban afectando a la endógena y la forma en la que, desde las propias hipótesis, van a afectar.

En tercer lugar, creo que hay que echar un poco la vista atrás y observar el presente para darse cuenta de un hecho que, en gran medida, es incontestable: Las grandes preguntas siguen sin respuesta (objetiva). Hay modelos contrarios, cuyos planteamientos intentan responder a un tipo de problema o cuestión y que, mediante formulaciones distintas, llegan a conclusiones diametralmente opuestas. Dado que la propia formulación no sigue un canon establecido, más que partir de unas hipótesis, esto es totalmente permisible. En cierta forma, en el método deductivo lo único que hace es traducir la “verdad” de las hipótesis en la “verdad” de la conclusión. Es decir, la conclusión no es más que el conjunto de las hipótesis puestas de diferente manera (es la principal crítica que se hace generalmente al deductivismo).

Toda conclusión de un modelo económico parte de las hipótesis que, subjetivamente, hayamos elegido (tanto para formar parte como en la forma en la que son representadas). Hay hipótesis que son generalmente aceptadas y podríamos denominar neutrales u objetivas. Pero muchas otras no lo son.

Los modelos, por tanto, no dicen ninguna “verdad o descripción objetiva”, por si solos, de la realidad económica.

Eso no significa que los modelos sean inútiles. Ni mucho menos. Lo que permiten es estructurar de una forma lógico-matemática una idea o concepto, del funcionamiento del sistema causal que conforma el conjunto de hechos económicos que se quieren estudiar. Para mi, la importancia de los modelos no está en determinar una “verdad objetiva” sino en clarificar y estructurar una “idea subjetiva”.

Los modelos económicos, y en cierta forma su matematización, permiten en un nivel posterior el análisis riguroso y pseudo-experimental que pueden establecer cual de las ideas subjetivas tiene más o menos razón. Aunque desde luego, los problemas econométricos aplicados a las “grandes preguntas” hacen que sigan siendo formalmente validas respuestas totalmente opuestas. 
Sin embargo, esto dota de gran importancia a los modelos. La estructura organizada de una idea sobre el funcionamiento del mundo es necesaria para poder conocer o evaluar la misma idea con respecto al resto y poder determinar si alguna no es correcta. Los modelos nos sirven como herramienta del proceso y método científico, en un proceso de evaluación más lento y menos claro, pero igualmente necesario para poder conocer y entender la realidad.

En sí, los modelos no son más que una forma más de argumentar y estructurar una idea. Algo muy necesario para poder explicarla y entenderla con mejor detalle, para que pueda ser criticada y analizada con mayor acierto, para que se le puedan implementar diferentes ideas o hipótesis “extra” de una manera correcta, para comprobar que el proceso deductivo y la conclusión derivada de las hipótesis es la correcta, para que pueda ser rechazada con mayor vehemencia si se prueba falsa (si no a la idea, sí a la forma de plantear la idea), etc. 
La formalización lógico-matemática de una idea te permite llegar a conclusiones que de otra forma sería muy difícil alcanzar con el mero planteamiento verbal. Y paradojas y conclusiones contraintuitivas dan forma a una serie de planteamientos que dan forma y sentido a la propia ciencia económica. 


     5 – El mapa no es el territorio

Que quede claro que esta no es una definición de lo que es un modelo económico al uso. Es mi visión, propia, de lo que es un modelo económico, tras varios años estudiando y trabajando con ellos (y creándolos, que es lo más divertido).

En una cita que me gusta siempre sacar a relucir, se puede resumir bastante bien mi postura: “El mapa no es el territorio”, pero más te vale llevar uno si no quieres perderte.

Los modelos económicos pueden no ser la realidad, pueden que ni siquiera representen de forma completa la realidad, pero más te vale tener uno a mano si no quieres perderte en ciertas argumentaciones o ideas de corte económico. Y en este caso tiene cabida cualquier tipo de modelo o estructura económica, aunque no sea matemática. Una estructura discursiva también sigue la lógica, aunque para su desarrollo no requiera del lenguaje puro matemático (faltaría más), si bien su uso es bastante estándar, por los argumentos expuestos arriba.  

Habrá a quien está visión de los modelos como entidades “subjetivas” e “ideologizadas” acabe por convencerle aun más de que son el mal absoluto, sobre todo si creemos en que existe una “verdad objetiva” sobre el estado de todas las cosas que merece ser descubierta. No es mi caso.

Creo con fervor que muchas de las grandes preguntas, tanto de corte filosófico como económico (aunque como en toda ciencia las segundas dependen en gran medida de las primeras) simplemente no tienen una respuesta verdadera. Creo en la ideología como una forma de ver y entender el mundo, no de forma parcial, sino diferente. Y, por tanto, que el debate y el enriquecimiento entre diferentes posturas es el proceso previo y necesario para el acuerdo (no para alcanzar una postura objetiva y siempre cierta). Los modelos, como una forma de representar y simplificar una estructura mental y subjetiva de la realidad, pueden ayudar a la transmisión de estas ideas y, por tanto, al entendimiento y acercamiento de posturas. Siempre y cuando, claro, tengamos en cuenta que nuestra representación formal no es la verdad absoluta. Siempre y cuando entendamos que nuestro mapa mental no es, ni mucho menos, el territorio.

Escrito por Miguel Puente Ajovin en Caótica EconomíaSígueme en twitter

2 comentarios:

  1. Buen artículo. Habrá a gente que no lo comparta en absoluto, pero también es lo bonito de la diversidad de escuelas en economía.
    Personalmente creo en los modelos como herramientas para hacer aproximaciones de la realidad que ayuden a intentar comprender mejor hechos concretos.

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  2. De hecho no son incompatibles. Lo que das es, en cierta forma, la definición y propósito de una ciencia, acercarse y conocer como funciona la realidad. Los modelos son las herramientas que utilizamos en la ciencia económica, y por tanto, es también su propósito.

    Lo único que intento es, por un lado, diferenciar los modelos económicos de los de otras ciencias por las peculiaridades que mantiene y, por otro, darles una validez que muchas veces se olvida. Algunos modelos son simples o poco "realistas" pero aun así tienen un sentido o un propósito definido.

    Por otro lado, como digo, los modelos o la estructura de algunas ideas, son necesarios para poder aplicar el proceso de verificación o falseo, de forma que podamos establecer qué modelos son más ciertos que otros, algo necesario para poder clarificar qué modelos nos acercan más a la realidad.

    Muchas gracias por tu comentario.

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