Escrito por Miguel Puente Ajovin en Caótica Economía / @caoticaeconomia
Hace poco hice un artículo explicando porqué la austeridad en conjunto no iba a funcionar, basándome en el análisis de las balanzas
sectoriales. Hoy quiero ampliar algo más esa idea con más gráficos.
Recuerden que: (S – I) = (G – T) + (X – M).
Recuerden que: (S – I) = (G – T) + (X – M).
De esta forma, para que la economía pueda ahorrar netamente
y empiece a pagar su deuda (privada), el sector público debe incrementar la
suya, o debemos exportar netamente. La razón es que, a grandes rasgos, la única
forma de pagar la deuda conjunta de
España es exportando más de lo que importamos. Todo lo que no sea eso será un
mero traspaso de deuda del sector privado al sector público.
Tonto de mi, no busque lo suficiente, puesto que ya he
encontrado la descomposición total de la economía entre los sectores en el INE,
y además por trimestres, y hasta 2011.
He realizado la media móvil, puesto que los datos en
trimestres eran muy volátiles. Así se ve mejor el ciclo. Además lo he puesto en
datos absolutos (no sobre el PIB como la otra vez).
Podemos ver los años en donde el sector privado se endeudaba
cada vez más, con un déficit exterior y un superávit público (alcanzada gracias
al ciclo de deuda en el que estábamos). Y en 2008 podemos ver esta transición.
Primero el sector privado empieza a incurrir en menos deuda y el estado empieza
a incurrir cada vez en más. Pero no deberíamos ver esto como una
irresponsabilidad por parte de nadie. La parte negativa de todo esto es que
nuestras exportaciones netas no hayan mejorado sustancialmente (hasta hacerse
positivas). En un contexto de déficit exterior, es obligatorio
(matemáticamente), que para que baje la deuda
privada (y tiene que bajar si queremos relanzar la actividad económica) aumente
la deuda pública. Podemos tomarlo como la ley de la conservación de la energía:
En ausencia de estímulos externos (X – M = 0), la deuda total se mantiene
constante.
Un euro más barato puede hacer que Europa empiece a exportar
algo más al exterior, y una Alemania con un target de inflación más elevado
puede hacer que la periferia mejore su competitividad y empiece a exportar
netamente. Sino, va a ser imposible bajar la deuda total.
Quiero hacer dos comentarios más:
No todo aumento de gasto público ayuda a mejorar el sector
privado. Esto es importante tenerlo en cuenta para no llevarnos a engaño. Si se
financia con impuestos, estas drenando de renta al sector privado, y por tanto
no mejoras su posición financiera (hay que fijarse en el déficit, por tanto).
Si el gasto público no se dedica al pago interior, sino que gran parte de el
acaba financiando importaciones, tampoco haces nada. Porque aumentas (G – T) pero
bajas (X – M), con lo que (S – I) permanece constante. De hecho, según que tipo
de financiación interna vía bonos tampoco creo que funcionase. Por ello se
arguye que la mejor política es la que aúna la monetaria (políticas laxas de
tipos y expansión monetaria desde el BCE) y la fiscal. Aunque esto exacerba las
opiniones de los que temen a la inflación.
Creo que lo que es importante de este análisis son dos
cosas: Uno: Si queremos mejorar nuestra posición debemos mejorar nuestro perfil
exportador. Al final, es lo único que puede sacarnos de este embrollo. Dos:
Antes de que eso suceda debemos impedir que el país se vaya a la porra por el
camino, equilibrando las finanzas públicas con las privadas, entendiendo que en
el medio plazo es un juego de suma negativa, y no podemos hacer nada para
evitarlo (esto es, no alarmarse por las cifras del sector público).
Al final, vemos como tras un año duro (2011), el déficit
público casi no ha bajado (de 98.000 millones a 91.000 millones). Pero no
atendemos a la otra cara de la moneda, el sector privado, que empieza a dar
signos de que las cosas pueden empeorar:
Como hemos visto antes, el sector privado en su conjunto ha
mejorado su posición fiscal desde 2009, pero se ha estancado. Podemos, no
obstante, desagregar el sector entre los hogares, las empresas y las
instituciones financieras. Lo primero que destaca es que las empresas empezaron
a ahorrar netamente en 2010 (en 2009 seguían endeudándose), y lo hacen a menor ritmo que los hogares (de hecho se han estancado también), siendo que tienen más deuda privada a sus espaldas). También hay que
tener en cuenta que las instituciones financieras siempre están en positivo. ¿Y
los hogares?
Los hogares se comportan como deberíamos esperar. En un
contexto donde nuestras exportaciones netas han mejorado menos de lo que ha bajado el déficit público, el sector privado ha debido empeorar su posición ahorradora. En
este caso las familias. Su posición como ahorradoras empieza a ser cada vez menor,
por una renta en declive (garantizada por el entorno recesivo). De hecho, si
seguimos a este ritmo para finales de 2012 las familias podrían volver a tener
que endeudarse para mantener la actividad económica. Reducir la deuda pública
puede ser necesario pero si es a costa de incrementar o no permitir a las
familias bajar su exposición a la deuda estaremos incurriendo en un error. Un
error que solo cometeremos si volvemos la cabeza cuando queremos hablar del
sector privado y solo tenemos ojos para criticar las finanzas de un sector
público que, a su vez, dependen del estado de la actividad económica privada.
Con esto no quiero decir que el déficit público deba aumentarse
a cotas estratosféricas, sobre todo teniendo en cuenta que esto es España, no
controlamos nuestra política monetaria y dependemos de los que nos prestan el
dinero. Lo único por lo que quiero abogar es por mirar, siempre, los dos lados
de una moneda que da vueltas sin parar.
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