Escrito por Miguel Puente Ajovin en Caótica Economía / @caoticaeconomia
Hablar del dinero, elemento fundamental en el debate y el
entendimiento económico, es, a veces, algo difícil. Sobre todo porque siendo un
elemento de utilización diaria y en el que basamos gran parte de la argumentación
y lógica económica, el dinero, su origen, su uso y sus efectos, están lejos de
ser asentarse en un consenso unánime. Lo más característico, curioso si cabe, y
de lo que quiero hablar hoy, es su
origen.
Probablemente pienses que es algo muy simple, de lo que ya
has oído hablar. En el principio de los tiempos existía el truque, y luego,
vino la moneda. Pero puede que esa visión bastante parcial de las cosas esté
más equivocada de lo que los manuales de texto de todo el mundo parecen
indicar.
El origen del dinero se puede encontrar en una de sus
definiciones más conocidas: “Dinero es cualquier cosa que los miembros de una
comunidad estén dispuestos a aceptar como pago de bienes y deudas.”
El concepto importante es el de deuda. El dinero, y así su
origen, según está visión chartalista, es la unidad de medida de la deuda. De
ahí que pueda decirse que el dinero es deuda o, con un matiz que prefiero
utilizar, la deuda es dinero.
Para entender este concepto, mal utilizado por documentales
que aluden al dinero como una manera de esclavizarte (estupidez al canto),
quiero volver al principio. Al origen. Y empezaremos por la visión normalizada.
Primero, los individuos usaban el truque para las relaciones
comerciales. El truque consiste en intercambiar directamente un bien por
otro. Y claro, os podéis imaginar que
eso tiene sus grandes inconvenientes. El primero y más claro es la necesidad de
la “doble coincidencia de deseos”. El hecho de que si yo quiero pan y solo
tengo peces, tengo que buscar a un panadero que tenga pan y quiera peces.
El dinero, como elemento usado como medio de intercambio
(una de sus tres funciones), simplificó mucho este problema. Lo que posibilita
el dinero es que este sea pueda ser intercambiado por cualquier otro bien. Así
que yo siempre admitiré dinero en vez de pan, cuando vaya a intercambiar mis
peces, puesto que luego el panadero me admitirá también el dinero, que el a su
vez utilizará en comprar (o intercambiar) con aquel que vende lo que el desea. La
gracia está en que el dinero es algo que todo el mundo va a admitir como
contraprestación o medio de intercambio. Primero, por su posible valor
intrínseco (como la sal) y segundo porque, una vez generalizado y aceptado por
todos, existe la confianza de que el dinero te lo van a admitir siempre. La
palabra de gracia en esta visión es, por tanto, la confianza. Yo admito dinero
como contraprestación porque tengo la confianza de que a mi también me lo van a
admitir. Y como eso lo piensa todo el mundo en un feedback generalizado, el
dinero se mantiene.
La visión Chartalista se basa, sobre todo, en otra de sus
funciones. No tanto como medio de intercambio, sino como unidad de medida.
¿Medida de qué? De la deuda.
Y es que el truque no era algo tan común como se piensa.
Antes de que existiera el dinero ya existía la propia deuda.
Pensadlo bien. Imaginaos que quiero pan, y que solo tengo
peces. Pero mi panadero no quiere peces. ¿Me quedo sin pan? No. Le escribo un
papel firmado diciéndole que le debo algo por valor del pan que me llevo hoy.
Quizás quiera peces al día siguiente. No hace falta la doble coincidencia de
deseos.
Cuando el hombre quiera los peces vuelve a mi tienda y me
los pide y rompemos el papel donde le decía que le debía peces. Si nunca quiere
peces puede intercambiar ese papel (esa deuda) con otro vendedor que sí quiera.
Aquí la confianza no se basa tanto en la propia moneda, como en el sujeto y en
su capacidad de pagar la deuda a futuro. Pero claro, las sociedades antiguas,
las que dieron origen al dinero, estaban basadas en pueblos y ciudades bastante
pequeñas (en comparación con las actuales). Esa confianza estaba casi
garantizada.
Tenemos el planteamiento de que una deuda es intransferible,
y el dinero es de todo menos intransferible. Por eso puede costar un poco ver
este planteamiento. Pero pensad en ello como lo que ocurre actualmente en los
mercados. El Estado contrae una deuda, imprimiendo bonos. Esos bonos luego se
pueden vender en el mercado secundario. Si yo compro un bono no tengo porqué
esperar a cobrar la deuda del propio
estado. Puedo vender esa deuda a cualquiera. La MMT aquí introduciría que,
puesto que un país soberano siempre puede pagar sus deudas, siempre habrá
confianza en el que bono se va a pagar, lo cual hace que su intercambio se haga
con tal confianza que pueda emplearse incluso como dinero (ya que es sustituto
perfecto del dinero). La deuda, por tanto, junto a la confianza plena del
emisor, convierte a dicha deuda en dinero.
La gracia de todo esto la expone muy hábilmente David Graeber en su libro: Deuda, los primeros 5.000 años, donde hace un repaso histórico a
las sociedades y el origen del dinero, evidenciando (a veces de manera
demasiado numerosa, profunda y tediosa) la cantidad de veces en los que la deuda
jugaba un papel fundamental mucho antes de que apareciera el dinero como tal. Antropólogos,
sobre todo, dan cuenta de las antiguas escrituras, y la cantidad de edictos e
inscripciones públicas que tenían que ver con la deuda.
Se pagaban impuestos ya antes de que existiera el dinero,
pagando en trabajos públicos o como tributos en especie a los diferentes
templos (versión previas a lo que seria el estado).
El dinero surge, por tanto, como unidad de medida de esta
deuda, basada en el valor de los bienes a intercambiar. Por eso la teoría chartalista
dice que el dinero no es un objeto. Para entender esto simplemente pensad en un
metro. Un metro, como unidad de medida, es como el dinero, una entidad
abstracta. La regla, que mide el metro, así como la moneda (el medio de
intercambio elegido) es el objeto. La moneda es la forma oficial de reconocer una deuda que pueda intercambiarse.
¿Y qué moneda emplear como dinero?
Aquí la visión chartalista se vuelve a basar en los
diferentes escritos encontrados para decir que generalmente se utiliza como
medio de intercambio aquel bien que sirve para el pago de impuestos o tributos.
Si el estado o el templo me obliga a pagar en plata (como explicaba en el artículo sobre Ur), la plata se convertirá en el medio de intercambio más
fiable, porque siempre podré utilizarlo en el pago de impuestos. Aun en el caso
de que utilizará otros bienes, siempre querré tener plata por si acaso al
estado/templo se le ocurre obligarme mañana a donar X gramos. Eso no quiere
decir que el estado sea el origen del dinero, al menos hasta que sea este quien
lo cree (oficializándolo con inscripciones que le otorguen poder legal). El
origen del dinero es la deuda o, mejor dicho, la forma que toma el
reconocimiento de la deuda. El estado/templo solo puede potenciar mediante su
poder coercitivo el valor de algunos bienes como medio de intercambio.
Actualmente el dinero sigue existiendo como representación
de una deuda, o más coloquialmente, un IOU (I owe you). Actualmente, el dinero
como tal ya no es algo a lo que el estado pueda dar más o menos valor en base a
los tributos, sino que lo hace de forma total. Cada estado define lo que es o
no es dinero, lo que se admite o no como moneda de curso legal. Una tienda está
obligada a admitir dólares/euros/rublos/libras (dependiendo de cada país) como
pago de los bienes que se deseen comprar.
En definitiva, primero fue el reconocimiento de deudas como
medio de agilizar el proceso económico. El poder coercitivo del estado/templo
para pedir impuestos/tributos genera también una deuda. Para medir esa deuda se
pueden utilizar diferentes bienes, pero generalmente se usaban aquellos que el
estado/templo admitía como pago.
Las dos visiones por tanto se diferencian en el peso sobre
el que recaen. Una, la visión clásica, sobre el dinero como medio de
intercambio (con un valor intrínseco, por tanto), y otra, sobre el dinero como
unidad de medida (de los bienes y la deuda).
Lo cierto es que lo más seguro es que os haya conseguido
embrollar un poco más la cabeza con el concepto del dinero y su origen. Todo
recae sobre diferentes visiones de una historia que, por ser historia, no es
del todo clara. Posiblemente nunca podamos viajar al 3.000 antes de cristo y
ver de primera mano como funcionaba el sistema económico. Probablemente
diferentes zonas o pueblos basaran sus sistemas de origen en estas dos
visiones. Puede que haya evidencia sobre las dos. Puede que estén más unidas de
lo que pensemos.
Puede que el dinero sea el concepto más simple y llano útil y
diario pero, desde luego, sigue dando que hablar.
PD: Si alguien más docto en el tema quiere puntualizar o ampliar algo que lo ponga en la caja de comentarios. Estaré encantado de actualizar.
Muy buen artículo. En cuanto a que el trueque fuera el origen del dinero, tengo serias dudas. Creo el trueque era y es algo local, típico de ferias. Creo que uno no se podía arriesgar a aceptar algo como moneda de trueque a no ser que hubiera algún tipo de gobierno, estado o institución detrás. El riesgo a que esa moneda no sirviera para nada más adelante, era muy grande. Por dinero me refiero a papeles o monedas sin valor intrínseco, otra cosas son granos de cacao, conchas o similares que sí tuvieran valor propio
ResponderEliminarSí. La sal parece que era muy común en los principios de la antigua mesopotamia, pero porque tenía un valor intrínseco.
EliminarEn el libro de Graeber se da cuenta incluso de las relaciones comerciales documentadas de tribus indígenas a las que hemos tenido más acceso para el estudio sociológico y el truque como tal era más un acto protocolario y ritual que económico per se.
Bueno, yo creo que fue no tanto el trueque como la actividad mercantil: Trabajarían con monedas de oro como dinero (que tiene un valor no monetario, en joyería, por ejemplo), y en ocasiones para pagar emitirían letras de cambio. Si el comerciante era respetado, pues podría seguir circulando hasta que llegase el momento de pagar. Pero está el problema de saber quién es de fiar o no.. así que surge el banco como medio para descontar esas letras de cambio en dinero. (Ya que éstas son sustitutos de dinero, y no dinero propiamente dicho).
EliminarY luego el banco emitiría sus propios billetes (pasivos) usando oro, letras de cambio y activos líquidos como activos que los respalden. Así se soluciona el problema de la confianza: en vez de confiar en 100 tíos que emiten letras de cambio, confías en un banco y sus billetes, que ya ha hecho el trabajo de ver qué es fiable y qué no.
Un poco lo que se comenta en este podcast http://educacionparalalibertad.com/2012/06/17/una-breve-historia-del-dinero/
EliminarEl artículo me parece muy bueno porque nos invita a reflexionar sobre el dinero. La analogía con el sistema métrico decimal me parece genial. El problema es que no todos los países del mundo se han acogido al sistema métrico decimal. Hay equivalencias claras e inamovibles que permiten que las cintas con las que medimos incorporen por lo menos dos sistemas. Así podemas medir un trozo de tela, por ejemplo, en metros o en pies, con el mismo instrumento, sin que nadie se beneficie o perjudique por la medición. El problema ahora, como en la escolástica y me atrevo a aventurar que también hace 5.000 años, es que algunos quieren modificar el instumento de medida (la cinta metrica o la pesa) para engañar a los otros. El problema del ser humano no es contestar a la pregunta ¿de qué están hechas las cosas? sino ¿cómo debo comportarme? La unidad abstracta es la ideal, pero para todos los países del mundo. Esto es más importante hoy que antes. Casi todos los puntos del mundo están bien conectados y las mercancias y servicios fluyen a lugares remotos, por eso se necesita un concepto abstracto universal e instrumentos de medida honrados. La idea es que todos (el bien común) salgamos beneficiados de esos intercambios y no que el instrumento tome el lugar del concepto y se vuelva una mercancía sobre la que se especula sin pausa.
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