Queda cada
vez menos tiempo (1 septiembre) para que sea retirada la asistencia médica pública a los inmigrantes irregulares como anunció
el gobierno en el mes de abril. Una de las justificaciones en las que se basa
la retirada de la asistencia es que muchos de estos inmigrantes se aprovechan del sistema y, además, no
pagan impuestos que ayuden a financiar el sistema del que se aprovechan.
Este anuncio
no es la única medida que la ministra de sanidad Ana Mato tiene intención de llevar a cabo con el objetivo de
recortar el “excesivo gasto sanitario
“del que nuestro país hace gala, tratando de lograr un recorte de alrededor de
7.000 millones de euros. (En este informe de la OMS se puede observar con detalle los
sistemas sanitarios mundiales.)
Ahora bien, por partes. En primer lugar, creo acertado la iniciativa de la ministra
de afrontar el turismo sanitario y los
problemas que éste lleva acompañado. Es necesario establecer límites a este
tipo de viajes o, al menos,
establecer acuerdos con otros países que permitan a los españoles disfrutar de
los mismos privilegios en otros países en cuanto a asistencia médica. La
principal razón que puede justificar este intento de evitar esta clase de
turismo no es otra que la sostenibilidad del sistema sanitario y evitar comportamientos
de freerider. En la misma línea, debe
establecerse algún tipo de mecanismo informativo
(e.g. una factura) que ayude a que todos los individuos conozcan realmente
el coste de la sanidad y que del mismo modo contribuya a disuadir a los
potenciales pacientes a realizar visitas innecesarias. Es de suma importancia
mejorar la eficiencia de nuestro sistema sanitario de modo que este sea
sostenible a largo plazo, y la mejor
forma de hacerlo es a través del establecimiento de instituciones
de diversa índole que contribuyan a una mayor concienciación de la sociedad y
evitemos tanto comportamientos oportunistas (turismo sanitario) como el mal uso del sistema de salud.
En la misma
línea de buscar la sostenibilidad del sistema sanitario, debe ir la
modernización del modelo de compra de medicamentos por parte de los hospitales.
Una central de compras, en la dirección que tiene en mente el gobierno, ayudará
a aprovechar las economías de escala
abaratando el coste de los medicamentos, gracias a que las compras se realizarán
en lotes de mayor tamaño. Es obvio que en España debemos tener muy presente la
sostenibilidad del sistema sanitario consecuencia de la estructura demográfica
que presentamos. Pero de la misma
forma que es necesario pensar en la sostenibilidad del sistema a
largo plazo es igual de importante pensar en las externalidades negativas que pueden generar determinadas decisiones
que tienen como propósito buscar el objetivo principal de hacer el modelo
sanitario sostenible. (La definición
formal de externalidades se refiere a los efectos externos que pueden tener las
acciones o decisiones de uno o varios agentes sobre el resto de la sociedad
pero por el que no se paga o recibe una compensación)
.
Así, la retirada de la sanidad pública a inmigrantes irregulares podría
ser considerada como una externalidad negativa, puesto que, a pesar de que no
todos los afectados tendrán enfermedades contagiosas o potencialmente
perjudiciales para el resto de la sociedad; podría darse el caso de que un número relevante de pacientes tenga una clase de
enfermedad ─física o mental─ que
pueda afectar a la integridad del resto de la sociedad, por tanto se
observarían los efectos externos negativos de la decisión de retirar la
asistencia sanitaria a personas enfermas.
Por supuesto, a los individuos que se les retirará la asistencia serán
individuos que no aportan nada a la financiación y que sí se “aprovechan” del
mismo; sin embargo, también es cierto que retirar dicha asistencia puede tener
efectos sobre la eficiencia no sólo del sistema sanitario sino también sobre la
cohesión social.
La economía del Bienestar, de la mano de Pigou principalmente, ha modelizado y
demostrado cómo la presencia de externalidades negativas afectan a la
eficiencia del equilibrio competitivo
de modo que éste deja de ser óptimo en
sentido de Pareto; esto es, existe alguna otra asignación en la que podamos
mejorar a uno o varios individuos sin empeorar al resto. El resultado que
extrae la economía del Bienestar puede ser perfectamente extendido a los efectos
que puede tener retirar sin contemplaciones la asistencia sanitaria al casi
medio millón de inmigrantes irregulares que hay en nuestro país y, de igual
modo, podría extenderse a la problemática que puede traer aparejada la
implantación del copago sanitario sin
un análisis adecuado y objetivo a largo plazo.
España se
encuentra ante una coyuntura económica nada favorable, el desequilibrio en las
cuentas públicas hace que tenga que ajustar cada vez más el cinturón y deba pensar casi única y exclusivamente en la sostenibilidad financiera, sin
embargo, a pesar de las dificultades, es imprescindible que las decisiones que
sean adoptadas se hagan basadas en un preciso análisis coste-beneficio, de modo que no haya que lamentar lo
decidido.
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