Una
vez
más
dedico
una
entrada
al
sector
financiero
de
la
economía,
principal
obstáculo
a
la
recuperación
por
ser
el
oferente
de
liquidez
del
sistema
y,
por
lo
tanto,
el
actor
principal
en
la
inversión.
Porque
el
sector
financiero
español
sigue
generando
dudas,
aun
cuando
se
ha
intentado
todo
para
que
se
saneara.
Las
últimas,
los
50.000
millones
de
ajuste
en
dos
años,
más
la
liquidez
a
tres
años
dada
por
el
BCE,
no
van
a
servir
para
sanear
un
sector
que
muestra
signos
de
parálisis
total.
Y
el
principal
problema
del
sector
financiero
de
una
economía
moderna
es
que
es
el
oferente
único
de
liquidez
para
el
sistema.
Es
quien
presta
el
dinero
que
toma
prestado
de
otros
actores.
Y
eso,
en
Europa,
es
un
gran
problema
ya
que
nuestro
BCE
no
tiene
atribuciones
que
si
tienen
otros
bancos
centrales,
por
ejemplo
la
FED:
ser
el
prestamista
de
última
instancia,
es
decir,
poder
prestar
dinero
directamente
a
los
gobiernos.
Cuando
la
economía
entra
en
fase
crítica,
en
septiembre
de
2008,
la
FED
implementa
varias
medidas
que,
desde
mi
punto
de
vista,
han
sido
cruciales
para
mejorar
la
situación
en
EE.UU.
aunque
haya
sido
sólo
levemente:
en
primer
lugar,
establece
las
famosas
facilidades
de
crédito
al
gobierno,
las
famosas
QE,
prestando
más
de
un
billón
de
dólares;
en
segundo
lugar,
bajó
los
tipos
de
interés
a
una
horquilla
de
entre
0
y
0,25%;
y,
en
tercer
lugar,
estableció
un
sistema
de
compra
de
pagarés
a
las
empresas.
De
esa
forma
puso
en
el
mercado
una
gran
cantidad
de
dinero
que
permitió
financiar
el
sistema,
con
lo
que
la
caída
se
amortiguó.
En
Europa,
mientras,
el
BCE
subió
tipos
(hasta
el
1,5%)
y
se
dedicó
a
abrir
ventanillas
para
que
los
banco
fuesen
a
pedir
dinero.
Cada
ventanilla
que
abría
se
mostraba
más
imperfecta
y
no
provocaba
un
incremento
del
crédito.
Como
no
puede
prestar
a
los
gobiernos,
la
deuda
pública
tenía
que
ser
vendida
a
terceros
con
lo
que
los
intereses
crecieron
de
forma
continua,
especialmente
en
los
países
con
problemas.
Por
lo
tanto,
no
sólo
no
mejoró
la
liquidez
del
sistema
sino
que
provocó
indirectamente
la
crisis
de
deuda.
Por
lo
tanto,
a
diferencia
de
EE.UU.,
en
Europa
no
hemos
establecido
un
sistema
alternativo,
aunque
fuese
limitado,
de
financiación
del
sistema;
siguen
siendo
los
bancos
quienes
tienen
que
proveer
de
fondos
a
las
empresas.
Y
como
lo
bancos
están
como
están,
sólo
buscan
dar
crédito
a
las
empresas
que
más
solvencia
presenten,
de
forma
que
aquellas
que
están
en
una
buena
situación,
aunque
no
excelsa,
no
pueden
acceder
al
crédito
con
lo
que
rápidamente
se
deteriora
su
activo
y
terminan
cerrando
despidiendo
al
personal
e
incrementando
los
problemas.
Es
decir,
empresas
con
beneficios
y
una
estructura
de
balance
razonable
no
tiene
acceso
al
crédito
con
lo
que
al
final
suspende
pagos
y
paran
la
actividad.
Al
principio de la crisis propuse que el ministerio de economía
tutelase, mediante exenciones fiscales, un sistema alternativo de
préstamos entre empresas de forma que aquellas que tuvieran exceso
de liquidez lo prestasen mediante contratos privados a las que
tuvieran necesidades. Se propuso otro sistema más ortodoxo: el ICO
acudiría a prestar el dinero. Pero el ICO actúa con los bancos, por
lo que al final son éstos quienes daban el visto bueno a las
operaciones. Y, lógicamente, mantenía sus criterios. En fin, que no
funcionó.
Entonces,
¿qué hacer? He pensado mucho en este problema, dado que es de vital
importancia solucionarlo a corto plazo, y siempre llego a la misma
conclusión: habría que nacionalizar la banca, limpiarla de
problemas y volverla a vender. Pero eso, después de haber puesto
encima de la mesa casi 300.000 millones para sanearla y de no haber
obtenido ninguna solución, parece que no es lo más apropiado. Por
lo tanto, paso al plan B: crear un banco malo.
Un
Banco
Malo
puede
ser
hasta
rentable
si
lo
gestionamos
bien.
¿En
qué
consistiría
mi
propuesta?
La
banca,
como
última
acción
posible
para
su
saneamiento,
vendería
todos
sus
activos
inmobiliarios
deteriorados
a
una
sociedad
que
los
gestionaría
a
partir
de
ese
momento.
Se
trataría
de
todos
aquellos
activos
que
la
banca
considerase
y,
necesariamente,
todos
aquellos
que
se
encuentren
provisionados
en
sus
balances
en
cualquier
nivel.
Se
trataría
de
la
última
oportunidad
para
actuar
de
esta
manera,
ya
que
a
partir
de
ese
momento
el
gobierno
no
actuaría
más
que
con
la
nacionalización
a
coste
cero
para
los
contribuyentes
y
la
liquidación
de
los
activos
que
adquiriese.
Debe
quedar
claro
que
ya
no
se
volvería
a
intentar
salvar
los
muebles
de
ningún
gestor
y
que
los
bancos,
desde
este
preciso
momento,
asumen
todas
las
deudas
con
sus
propios
activos.
La
clave
de
este
proceder
sería
el
precio
de
los
activos.
Se
puede
optar
por
dos
estrategias:
una,
comprarlos
al
precio
que
reflejan
en
el
balance,
es
decir,
descontando
todas
las
provisiones
que
se
han
realizado,
incluyendo
la
parte
proporcional
de
las
provisiones
genéricas,
o
volver
a
valorar
los
bienes,
a
precio
de
mercado,
con
la
consiguiente
pérdida
de
valor
que
debería
ser
asumida
completamente
por
el
capital
del
banco
que
los
venda.
En
cualquier
caso,
el
valor
de
los
activos
no
debería
ser
superior
al
40%,
es
decir,
reconoceríamos
una
pérdida
media
del
60%
del
valor
de
los
activos.
Los
bancos
se
quedarían
exclusivamente
con
lo
créditos
hipotecarios
más
sanos,
aquellos
que
no
han
incurrido
en
mora,
con
lo
que
a
partir
de
ese
momento
podrían
volver
a
actuar
de
forma
normal
en
el
mercado,
dado
que
habrían
desaparecido
los
problemas
de
insolvencia
de
sus
créditos
y
se
habrían
cubierto
las
necesidades
de
capital.
A
cambio,
por
el
incremento
de
beneficios
que
obtuviera
se
cargaría
un
5%
adicional
en
el
impuesto
de
sociedades,
sin
posibilidad
de
compensación
con
ninguna
partida.
El
pago
de
las
cantidades
acordadas
se
podría
hacer
de
dos
maneras:
una,
emitiendo
deuda
pública
con
cargo
al
Fondo
de
Estabilidad
Financiera
de
la
UE
con
un
vencimiento
de
20
años
y
al
precio
de
mercado,
es
decir,
con
tipos
de
interés
del
6%.
Esto
implicaría
una
cierta
intervención
de
la
economía
española,
por
lo
que
deberíamos
pactar
muy
bien
las
condiciones
de
acceso
y
presentar
las
garantías
necesarias
para
que
no
se
produzca
una
tutoría
mayor
de
nuestra
economía.
Otra
opción
es
que
la
deuda
sea
comprada
por
los
propios
bancos
a
cambio
de
sus
activos,
por
lo
que,
al
tener
el
aval
del
estado,
podrían
transformarla
en
dinero
al
utilizarla
como
colateral
en
el
BCE.
En
ambos
casos,
la
UE
debería
ser
consciente
que
la
situación
es
difícil
y
que
la
solución
de
nuestros
problemas,
tanto
de
déficit,
como
de
deuda,
pasan
por
la
activación
del
sistema
económico.
Con
el dinero que recibieran los bancos, la normativa exigiría que al
menos un 80% se hubiese dedicado a préstamo nuevo en un plazo no
superior a seis meses, de forma que, según todos los analistas, se
habrían inyectado al menos 80.000 millones de euros en préstamos al
sector productivo.
Con
respecto a la gestión de la sociedad, en primer lugar tendríamos
que definir su estatus. Algunos analistas están hablando de
‘sociedad de gestión’ con la ventaja que quedaría fuera de la
órbita del Banco de España. Yo prefiero decirlo como tal: banco.
Además de tener la supervisión del BdE, al ser un banco podría
acceder al mercado interbancario con plenas garantías para la
obtención de fondos si fuese necesario. Y, en el futuro, podría ser
el embrión de un banco público que permitiese la gestión de las
crisis financieras con mayor elasticidad que las instituciones
actuales.
El
Banco recibiría activos de cuatro clases: pisos hipotecados con
clientes en mora; pisos terminados pero sin vender; pisos en
construcción; y suelo urbanizable.
Con
los
pisos
hipotecados
con
clientes
en
mora,
inicialmente
no
haría
nada,
tan
sólo
cobrar
las
cantidades
adeudadas
en
forma
de
cuotas.
En
el
caso
de
imposibilidad
del
pago,
renegociaríamos
las
condiciones
para
hacerlas
más
flexibles.
En
caso
de,
aun
así,
no
ser
suficiente,
se
aplicaría
la
dación
en
pago
de
forma
que
el
contrato
se
convirtiese
en
uno
de
alquiler
durante
5
años
con
pacto
de
recompra
a
un
precio
predeterminado,
generando
un
20%
de
beneficio
mínimo
para
la
entidad,
es
decir,
se
produciría
una
rebaja
del
precio
de
un
40%
sobre
el
valor
inicial.
Con
los
pisos
terminados
sin
vender,
se
haría
una
gestión
comercial
de
venta
con
un
rebaja
del
50%
de
su
valor
inicial
en
libros.
Si
no
se
consiguiesen
vender,
en
el
plazo
de
un
año
se
pasarían
a
una
bolsa
de
alquileres
sociales,
en
aquellos
casos
en
que
fuese
posible,
o
a
su
explotación
como
alquileres
turísticos
para
las
zonas
donde
sea
necesario.
Con
los
pisos
en
construcción,
se
modificarían
las
condiciones
de
los
planes
urbanísticos
que
los
generaron
en
caso
de
no
existir
ningún
promotor
que
los
quisiera
terminar
para
su
venta.
En
caso
de
existir
un
promotor
que
quisiera
continuar
con
la
inversión
en
sus
términos
actuales,
necesitaría
un
aval
por
el
100%
de
los
costes.
La
norma
establecería
los
porcentajes
máximos
de
crédito
asumibles
en
cada
zona
y,
en
consecuencia,
el
riesgo
máximo
que
se
podría
producir.
Finalmente,
con
el
suelo
urbanizable,
cabrían
dos
opciones:
la
primera
sería
la
subasta
del
mismo
en
el
mercado,
obviamente
modificando
el
plan
urbanístico
que
lo
desarrollaba;
la
segunda,
el
retorno
a
los
ayuntamiento
para
que
lo
utilizasen
en
dotaciones
para
la
ciudadanía
o
en
polígonos
industriales
que
generasen
ingresos
para
las
arcas
municipales.
Las
dotaciones
para
la
ciudadanía
podrían
ser
gestionadas
por
empresas
privadas
si
así
lo
considera
conveniente
el
ayuntamiento
que
las
reciba.
En
todo
caso,
no
se
permitiría
su
vuelta
al
mercado
como
suelo
urbanizable
en
un
plazo
de
10
años,
de
forma
que
los
ayuntamientos
no
se
quedasen
con
los
terrenos
para
volver
a
inflar
una
burbuja
de
precios.
En
un
plazo
de
20
años,
el
banco
debería
haber
sido
capaz
de
liquidar
los
activos
que
asumió,
por
lo
que
perdería
su
razón
de
ser
a
no
ser
que
el
gobierno
de
turno
lo
mantuviese
como
un
banco
público
que
actuara
en
el
mercado
como
cualquier
banco
comercial,
eso
sí,
con
los
máximos
estándares
de
solvencia
establecidos
por
las
autoridades.
Con
lo
beneficios
que
se
generen,
que
los
habrá,
se
podría
reducir
el
déficit
público
vía
la
obtención
de
ingresos
por
el
Estado.
Si
esta operación se hiciese bien, podríamos terminar con el problema
financiero en un plazo muy breve de tiempo, nuestras instituciones
volvería a la rentabilidad y el crédito volvería a fluir por el
sistema permitiendo la financiación de proyectos que en este momento
están parados, con la consiguiente mejora económica y disminución
del número de parados de la economía a medio plazo.
Y
alguien se preguntará, ¿de dónde sale el personal para la gestión
del banco malo? La respuesta es sencilla, de los trabajadores
públicos que se quiere despedir o, en su defecto, de las listas del
paro, que hay casi 6 millones de personas dispuestas a ello.
German,
ResponderEliminarNo lo veo nada claro. La creación de un banco malo, con todos los activos que no quieren lo otros bancos y soportado por el estado puede ser la puntilla.
Por un lado tal como dices alguien tendría que marcar el valor de esos activos, y eso no va a ser nada fácil. Valorarlos a su valor, que en algunos casos es un 80% inferior al reflejado en el balance haría que no solo cayera el banco malo. Si queremos que este banco sea el único que quede "no tocado" la valoración tendría que ser muy superior a la real. Si se quiere que este banco se quede también con las hipotecas dudosas podríamos estar hablando de un 15% del total de las hipotecas de España. Con una morosidad hipotecaria real cercana al 3,5%, las que se dejan de pagar suelen ser las que les queda más por pagar.
No creo que un estado con una necesidad de financiación tan grande como el nuestro sea capaz de asumir todo este riesgo. ¿Qué pasaría con la prima de riesgo?
Aunque la verdad... es que posiblemente ya tengamos ese banco malo, solo tenemos que cambiarle el nombre a Bankia. :-)
Por cierto, nadie se pregunta ¿por qué no ha entrado ningún inversor extranjero en todos los movimientos de la banca?
España es demasiado grande para caer (o eso dicen) y está llena de pisos :-).
¡Cuidado! Como bien pone al inicio del artículo, el texto no es mío sino de Juan Ignacio de Juan.
ResponderEliminarPere,
ResponderEliminarCon respecto a tus dudas del valor de los activos, hay que tener en cuenta que tienen una provisión de, en media, el 60%, luego sólo se tendría que asumir el 20% adicional en casos puntuales. Por otro lado, no es el Estado el que asume el coste, sólo la financiación a largo plazo (20 años) e. idelamente, con la ayuda del Fondo de Estabilidad que aportaría ese dinero. Una forma alternativa es aportar el dinero directamente a los bancos, como hicieron EE.UU. o Irlanda, y asumir el coste vía déficit público.
El gran problema de España es que su sistema financiero está en estado zombie: no hay ningún banco que sea capaz de prestar dinero por motivos de falta de solvencia de ellos mismos. Además, con las exigencias de capital que se les imponen, y el deterioro de la actividad económica que se presume a corto plazo, el impacto sobre el sector bancario va a ir creciendo, convirtiendo las provisiones en antiguas antes de generarse (lo que ya ha ocurrido desde el mes de febrero: los 50.000 millones calculados en su momento son insuficientes actualmente). Como no se atisba crecinmiento económico, necesitaremos otros 50.000 millones a corto plazo y otros 50.000 el año 2013. Por lo tanto, aunque no me gusta en exceso la idea, lo único que podemos hacer es quitar los créditos al ladrillo con cualquier duda de los balances de los bancos para que puedan empezar a prestar dinero y reactiven la economía.
Con respecto a al prima de riesgo, aunque te parezca raro, soy de la opinión que descendería, ya que, para mí, los mercados están pidiendo crecimiento para poder afrontar nuestras deudas. La prueba de esto es por qué EE.UU. con un déficit como el español (más o menos en el 8%) y una deuda pública muy superior (por encima del 100% del PIB) no tiene problemas de financiación al margen de las QE de la FED. La respuesta es porque EE.UU. tiene un gobierno y una FED que se preocupan del crecimiento y, al margen de los republicanos, una clase política que no entroniza la reducción del déficit como única política económica (al mergen de economistas con un discurso diferente al de los europeosl, poniendo como ejemplo a Weidmann. Lo mismo podríamos decir de Reino Unido, aunque en este caso si que estronizan el déficit. Por lo tanto, nuestra prima de riesgo está como está por la política unidireccional alemana que es la que está generando lo se que está generando.
Juan Ignacio de Juan
German, perdona…. Normalmente leo rapidito (pero no en diagonal) :-) y me he saltado la presentación. Es que es muy extenso!
ResponderEliminarJuan,
Entonces, ¿porque no creamos un banco bueno? O es más, porque no utiliza el sector financiero los bancos que existen.
Son pocos, pero para pymes se pueden plantear triodos bank, y para grandes prestamos las multinacionales pueden acudir, si son solventes, a entidades internacionales.
No creo que la falta de crédito sea la que esté colapsando nuestra economía. Parece que solo nos fijamos en los dos últimos años. Nuestra economía ha estado MAL incluso en los mejores tiempos. No lo recuerdo, pero creo que nunca hemos bajado de un 8% de paro, y eso en una época donde el crédito no se tenía ni que pedir :-), sino que te lo daban a la mínima que te descuidases.
Ahora tenemos una falta de crédito, pero no creo que eso sea lo que nos esté lastrando. Hemos tenido épocas de crédito que no hemos aprovechado.
Tal como dices nuestros números de déficit y deuda pública no son tan diferentes a los de países que están en mejor situación. Yo creo que el problema más grande es la tasa de paro, totalmente diferente, y la deuda privada (que se ha vuelto pública, al asumir el estado la responsabilidad de las entidades bancarias). Otro problema que no tenemos ni idea de cómo atacar es la falta de confianza de los “mercados” (por dios que alguien me defina mercados). Creo que todo el mundo está bastante de acuerdo en que a corto-medio plazo la política de austeridad no nos va a llevar a ningún lado, pero es que, como mínimo los Alemanes, y creo que bastantes más, entres los que me cuento, piensan que una política expansiva solo nos puede llevar a un pozo más profundo.
En mi caso no es porque no crea en Keynes, sencillamente es porque no confió en nada en los que tienen que decidir cómo realizar la política expansiva, y no soy el único.
Con la poca confianza que tenemos no creo que podamos conseguir el préstamo para reactivar el crédito, y lo peor es que si reactivamos el crédito no creo que sepamos qué hacer con él. Creo que nos estamos centrando demasiado en los problemas que nos han venido nuevos en los últimos años, y realmente tenemos un problema estructural con el paro que ningún partido se ha tomado seriosamente. No creo que el gran problema de España sea el crédito.
Pere.
www.bcnaccions.com
Pere,
EliminarEl problema de la economía española es, a corto plazo, el crecimiento y la falta de crédito, y a medio y largo plazo, la estructura económica, el desempleo y la gestión.
A corto plazo tenemos que reactivar la economía si queremos tener un futuro como país, dado que si no, acabaremos sin nada que gestionar. Y para eso hacen falta dos cosas fundamentalmente: crédito y confianza. El primero está ligado al sistema financiero, que está corrompido por la época de los excesos inmobiliarios y el pinchazo de la burbuja. Y no debemos solucionar una burbuja inflando otra. Y la confianza se genera con políticas expansivas que no tiene por qué significar incrementos del gasto público. Por ejemplo, y aprovechando eso tan impopular que se llama banco malo, podría establecerse una moratoria en el pago de las hipotecas que generaría algunas cosas: por un lado, efectivamente, se perdería capital en el sector financiero, pero como se lo hemos tenido que dar antes estaría compensado; en sentido contrario, incrementaríamos los beneficios de los bancos, en cuanto que se mantendrían los intereses; por el lado de la demanda, se incrementaría el gasto en consumo, dado que la gente tendría un excedente de renta para ello; además, se incremnetaría el ahorro y, con ello, la inversión de la economía y la financiación del sistema; se incrementaría la recaudación impositiva, con lo que se provocaría un menor desplome de la actividad; y, al no tener que realizar saneamientos presupuestarios por el incremento de la actividad, la gente no estaría agazapada esperando que escampe para hacer algo. Y todo eso sin un coste para el estado, más bien con ingresos extraordinarios.
Los problemas de medio plazo son más complejos de solucionar porque requieren de un cambio total de paradigma económico. Nuestra estructura económica está muy centrada en sectores intensivos en mano de obra, y tenemos que pasar a sectores intensivos en capital, monetario y humano. Eso es evidente, pero no se hace de un día para otro. El problema es que el camino emprendido es el contrario y, en esas condiciones, el suicidio de la sociedad española está asegurado. Por eso son tan perniciosos los presupuestos, no porque se ajusten 30.000 millones, sino porque el ajuste recae fundamentalmente en Educación, Sanidad y Gastos de I+D+i. Es decir, sobre el futuro.
Del paro ya se ha hablado todo. Pero, con la estructura económica española, se demandan empleos de baja cualificación de los que carecemos de profesionales, y de ahí la emigración que se está poniendo en marcha. La reforma laboral corrige alguna de las rigideces del mercado laboral, y en ese sentido va bien planteada, pero no soluciona el problema endémico del mercado de trabajo español: la productividad. Porque ésta se corregirá con dos palabras mágicas: estabilidad y formación. Y ninguna de las dos está potenciada con la reforma. En fin, que habrá que hacer otra.
Con respecto a la gestión, está muy cercana a la I+D+i. Mientras las empresas y administraciones públicas españolas no comprendan que la base del futuro está en los incrementos de productividad vía mejora de la gestión y la aplicación de las innovaciones, no podremos competir con nuestros socios y sólo conseguiremos mejoras relativas de nuestros productos vía deflaciones de precios y salarios que terminan siendo dolorosas y que se ajustan siempre por el mismo camino: la reducción del número de trabajadores. Hay que ser innovadores en la gestión de las entidades y no centrarnos exclusivamente en los costes. Porque en este país existen un montón de descubrimientos (la I del I+D+i), algunos desarrollos de patentes extranjeras (la D) pero muy poca puesta en el mercado efectiva de los avances (la i) que es lo que necesitamos, de forma que resultados muy prometedores se quedan en el camino por la falta de coraje en la gestión de las empresas y administraciones. Por no hablar, que podría escribir varios post con ello, de la falta de profesionalidad de los gestores públicos, que es otro cantar.
Más que falta de dinero por parte de los bancos (que también) el problema principal es la falta de demanda crediticia SOLVENTE consecuencia de una economia sometida CONSCIENTEMENTE a un proceso deflacionario. Si lo he entendido bien, la fórmula que propones hace hincapie en el lado de la oferta: prestemos dinero a las empresas para que puedan seguir produciendo y de este modo problema solucionado. Yo, algo más keynesiano, creo que se trata de un problema de insuficiencia de demanda, cuya curación exige (adecuados) estímulos públicos. Cuando el sector público se contrae, también lo hace -lógicamente- la demanda agregada. Ningún banco en su sano juicio daría dinero a una empresa que HOY es más o menos solvente, pero cuya producción (por falta de demanda para sus productos)será mañana con bastante probabilidad menor que la de hoy. Mientras no se perciba una mejoría de la situación económica, la desconfianza de los bancos a conceder créditos, ya sea a emprsas o particulares, no disminuirá. Es decir, que habría que empezar por el principio.
ResponderEliminarDe hecho, la justificación al proceso de deflación interna en que nos tienen metidos predica eso precisamente: que como resultado del mismo, ganaremos competitividad exterior y las exportaciones estimularán la demanda de nuestros productos. Lo que ocurre con ello es que el sacrificio que exigen esas políticas -ya está más que visto- en términos sociales es inmenso y DESPROPORCIONADO. Es un proceso MUY LENTO que exige enormes sacrificios a los ciudadanos y que lleva a la miseria a millones de personas, muchas de las cuales quedan DEFINITIVAMENTE excluídas del mercado laboral y por tanto condenadas a una miseria de por vida. Una política de estímulo, al incrementar la riqueza producida -EN VEZ DE DISMINUIRLA como hacen las políticas de austeridad-, mejora el bienestar social y aumenta correlativamente la recaudación impositiva, contribuyendo además a la reducción del déficit público sin tantos sacrificios. No es este el camino que los ultraliberales que han gobernado Europa hasta ahora han preferido.
Y sobre todo, ES MENTIRA que no haya alternativas a las políticas de austeridad, como se nos ha querido hacer creer hasta ahora. Es posible que con Hollande quede en evidencia que hay más caminos.
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