Escrito por Miguel Puente Ajovin en Caótica Economía / @caoticaeconomia
Es importante estudiar la correlación
entre dos variables tan importantes y comprobar si su relación es meramente
inexistente, espuria o determinante, sobre todo porque en poco tiempo hemos
asistido a un cambio de paradigma que los estudios poco a poco están corroborando como
válido, la desigualdad sí afecta, y ahora negativamente, al crecimiento. Aunque las relaciones directas pueden ser difíciles de establecer. Autores como Barro han destacado que la relación no es lineal, y debemos tener en cuenta que un estudio histórico o estructural puede llevar a engaño, pues los condicionantes y las fuerzas del crecimiento no han sido las mismas en todo el periodo.
Los primeros estudios pueden atribuirse a Kuznets, que
teorizó sobre el efecto en U invertida. Esto es, que en las primeras etapas del
crecimiento aumenta la desigualdad (puesto que la primeras fases no afectan por
igual a todos los estratos, el cambio sectorial hacia una economía más
industrial se hace lentamente) y, más adelante, un mayor crecimiento acaba
repercutiendo una menor desigualdad (siempre y cuando los países no entren en
una trampa de la desigualdad). China, por ejemplo, estaría en el primer caso,
como así nos muestra el continuado incremento de su desigualdad.
Claro que cuando hablamos de desigualdad en términos
generales, mundiales, tenemos que diferenciar entre la que se genera en los
propios países (within) y la que se genera entre los países (between). Es
importante esta distinción porque la evolución es la opuesta. Mientras que hace
un par de siglos los países eran igualmente pobres (y por tanto la desigualdad
entre países era pequeña), la desigualdad existente dentro de los países eran
mayor. Con el tiempo los países han visto reducir su desigualdad (sobre todo
los países occidentales, si exceptuamos las ultima década, donde el 1% de los
más ricos han doblado su cuota de renta agregada en países como EEUU, donde ya
llega al 20%).
Lo que si que ha aumentado considerablemente a lo largo del
tiempo es la desigualdad entre países, siendo la causa fundamental de la
desigualdad mundial.
De nuevo, estas desigualdades pueden centrarse sobre todo en
este avance desigual del mundo por la industrialización. Sería de esperar por
tanto que poco a poco, conforme los emergentes emerjan, la desigualdad empiece
a ser menos abultada entre países (si siguen la línea roja ven como al final
parece tender a caer).
La relación teórica no es simple, ni ha sido la misma
siempre. En cierto modo tenemos que entender la desigualdad como el resultado
de un crecimiento no homogéneo y, por tanto, es la fuente de este crecimiento
la que puede aumentar o disminuir la desigualdad.
En la visión clásica, la desigualdad era positiva frente al
crecimiento. Basado este en la acumulación de capital físico y la plena
libertad de un empresario que necesita disponer del factor trabajo de la mejor
forma posible (aunque eso significara que las diferencias entre ambos
disminuyeran). Además de que las políticas que intenten buscar la equidad
estarán afectando a la eficiencia (incentivos) y, por tanto, al propio
crecimiento.
Pero a día de hoy, el crecimiento, al menos en parte de
occidente, se basa sobre todo en la acumulación de otro tipo de capital: Humano
y social. Y estos son particularmente sensibles a aspectos como las
desigualdades económicas, las instituciones y la estabilidad económica, por lo
que el efecto total de una mayor desigualdad acaba siendo negativo.
Es por tanto necesario un contexto institucional que permita
la libertad necesaria para que un individuo pueda tener las mismas
posibilidades potenciales que otro, y de un pequeño impulso social para que
esas potencialidades se traduzcan en hechos. La educación y la sanidad públicas
son las bases para que ningún estrato social pueda quedarse al margen. La
estabilidad y el bienestar conforman un capital social que es caldo de cultivo
para la inversión en capital humano.
En trabajos como “Inequality and Unsustainable Growth: Two Sides of the Same Coin?”, del FMI, remarcan la baja desigualdad como una de las
variables estadísticas más significativas y robustas a la hora de explicar un
largo y estable crecimiento económico. En “Inequality and Growth: Why Differential Fertility Matters”, se estalece un marco teórico y econométrico que utiliz
ala acumulación de capital humano y la fertilidad para explicar como un aumento
de la desigualdad puede generar descensos considerables del PIB. La misma OCDE,
destaca en uno de sus últimos trabajos que los países debían centrarse en reducir
la desigualdad creciente en las últimas décadas.
En las conferencias del INET de hace unas semanas había un
panel dedicado a la relación entre el estudio de la macroeconomía y la
desigualdad donde, quizás Galbraith sea un buen ejemplo: Remarca el problema de
no tener evidencia consistente ni datos a lo largo de una gran parte del tiempo,
debido a no dedicar un mayor foco de atención a esta parte. Así como que la
desigualdad tiene causas de origen macroeconómico, pero también comercial, y
derivado de la geografía económica que motivan patrones globales, y no solo
nacionales en la variación de la desigualdad, en donde los efectos financieros
pueden ser la “ultima causa” de su repentino ascenso. En la conferencia de Kumhof,
observa el hecho de que una mayor desigualdad hace que los trabajadores acaben pidiendo más prestamos
para compensar su menor renta, lo cual hace que aumente la entrada de capitales
en el país (o baje la salida) y, eventualmente, que acaben cayendo las
exportaciones, además de aumentar la probabilidad de que el sistema entre en
una crisis profunda, lo estamos viviendo, cuando una gran parte de la población
se ve privada de estos prestamos y deja de consumir.
Por ultimo, quiero destacar un ultimo apunte necesario: No debemos confundir desigualdad con pobreza. Procesos de aumento de la desigualdad pueden llevar aparejados un aumento del nivel de vida generalizado, y una disminución de la pobreza, al menos en términos absolutos.
Autores como Richard Wilkinson lo tienen claro, el crecimiento económico ha ayudado a
potenciar y mejorar nuestra salud, felicidad y bienestar, pero el efecto es
cada vez menor. Nuestra atención para desarrollar una sociedad y una economía
más saludable pasa por observar estos desequilibrios sociales más a menudo y darles
una importancia mayor de la que ahora parece que tienen, pues el futuro
económico, y el presente social, dependen de ellos.
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Skilled Worker Mobility and Wage Inequality
Inequality and Growth: Why Differential Fertility Matters
Income Inequality? Is it really just poverty?
What difference does inequality make?
Muy interesante. Hace un tiempo, en esta línea, el ciberactivista José Rodríguez escribió un post sobre la correlación entre desigualdad y crisis económicas digno de ser leído también - http://www.joserodriguez.info/bloc/?p=5154
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo en la relevancia de la desigualdad entre países,y en que ésta no está tan estudiada como la existente entre "clases sociales". Un tema sobre el que seguro que aprendemos mucho durante los próximos años.
Excelente artículo. Yo espero el estudio de como el crecimiento afecta la desigualdad al interior de un país. No es aceptable, por lo menos desde la ética, que un país crezca mucho y la desigualdad, financiera, social, educativa etc. se aumente. Es mejor repartir pobreza pero lo más uniforme posible, que concentrar riqueza en unos cuantos.
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