10 abr 2012

La historia de nuestras ciudades (I): Jericó (Jericho)

Escrito por Miguel Puente Ajovin en Caótica Economía / @caoticaeconomia


Voy a empezar un ciclo de artículos sobre las que, para autores como Glaeser, pueden ser consideradas como el mejor invento o creación de la humanidad: las ciudades. Intentando compaginar la teoría económica, la historia y las curiosidades que vaya encontrando, voy a tratar de crear artículos amenos que puedan interesar a un gran abanico de personas. Guiándome por un artículo de Business Insider, este pequeño recorrido por las ciudades más importantes de nuestra historia hará parada en urbes tan conocidas como la antigua Babilonia, Roma, Constantinopla, Baghdad, Ayutthaya, Londres, New York o Tokyo.
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Para empezar, sería difícil, sino imposible, poder localizar el primer núcleo urbano existente en la historia (si es que acaso podríamos hablar de uno). Sí que podemos, no obstante, retrotraernos a la que, posiblemente, fuera la primera metrópolis de la historia, esto es, la primera ciudad que aglomeró a un número de habitantes considerablemente mayor al resto de asentamientos: Jericó.

Tendríamos que irnos muy atrás en el tiempo (unos once mil años) para ver los primeros asentamientos semi-sedentarios de la llamada “Natifian culture”, cuyos pequeños pueblos no superaban las tres hectáreas. El cambio climático les impidió establecerse del todo pero aun así empezaron a experimentar con el cultivo y la vida en sociedad.


Varios miles de años después el clima más favorable, situándonos al este del mediterráneo, favoreció la aparición de lo que podríamos llamar “las primeras ciudades”, ocupadas por los propios descendientes de esta antigua cultura que,  al menos parte de ella, consiguió sobrevivir.  Entre ellas, en la actual Cisjordania, al oeste del río Jordán, y al norte del Mar Muerto, aparecería, entre siete y nueve mil años antes de Cristo, una ciudad de no más de cuatrocientos metros cuadrados, a poco menos de un kilometro bajo el nivel del mar.

El nombre parece derivar de la diosa a la que adoraban, la Luna. Llamándose así “ciudad de la Luna” o “Yer îjô”, en oposición a la ciudad vecina (del Sol) que estaba al otro lado del rio. También llamada “Ciudad de la fragancia” o “Ciudad de las palmeras”, por estar situado cerca de numerosos oasis, Jericó ostentaría el título de ser la primera “gran” ciudad.

No solo albergaba una población creciente de entre 1.500 y 3.000 habitantes, también podemos ver una clara diferenciación con el resto de urbes al ser la primera en construir edificios comunes, como fue la famosa muralla de piedra y la torre (de entorno a los 3/4 y 8/9 metros respectivamente), una construcción sin precedente, que necesitó más de cien personas trabajando al unísono en su construcción y mantenimiento. Aunque no se sabe si fue únicamente por motivos defensivos o por las inundaciones que se sucedían en aquella época, cualquiera de las dos razones nos sirve para enlazar con la primera de las tres causas fundamentales en la aparición de ciudades: El bien común o bien público.

La defensa, ya sea de ataques exteriores o de la propia naturaleza, fue el primer bien público puro de la historia, necesitado de la colaboración del conjunto de ciudadanos tanto para su edificación como para su protección. Una forma de garantizar una mayor provisión eficiente de un bien que, de manera individual, no habría tenido mucho éxito. Compartir estas fronteras ayudó a potenciar la prosperidad y el auge de esta ciudad, aunque destaca y sorprende que en tan pequeño espacio cupieran tantas personas.

La pregunta es clara: ¿Por qué Jericó debía defenderse con tanto ahínco? ¿Por qué fue en ese punto y no otro donde se aglomeró tanta gente?

La razón vuelve a ser (con bastante seguridad), puramente económica. La ciudad estaba rodeada de zonas con grandes cantidades de sal (estaban a menos de diez kilómetros del Mar Muerto), un elemento tan deseado en el pasado que puede considerarse como la primera “moneda” de la historia. Aunque hablar en esos términos puede ser algo aventurado para la época, hay indicios de que ya existía el comercio. De hecho, el punto era un enclave central entre las líneas comerciales de África y Asia, y la aparición de ciertos objetos mesopotámicos y egipcios en las excavaciones sobre la ciudad, parece ofrecer una muestra clara de que el intercambio entre regiones y ciudades ya se producía. De ser así, podríamos decir que los habitantes de Jericó vivían encima de un yacimiento de oro blanco que les permitió organizarse como élite en torno a la región. Ya solo hacía falta una serie de oasis (Nabi Musaos y otros) para redondear la idoneidad del lugar.

La organización dentro de la ciudad era bastante típica aunque, hablando de una historia milenaria, detalles tan exactos se vuelven meras suposiciones. Las familias se reunían en torno a casas circulares (aunque la mejor descripción seria decir habitaciones), con zonas a parte para los pocos animales que habían conseguido domesticar, cabras, ovejas, y algunos cerdos. La ciudad se adelantó a la propia escritura, pero quedaron algunos registros en base a diversas escenificaciones en las paredes de algunas casas. Con el tiempo aprendieron a dominar la agricultura e incluso a utilizar canales adyacentes al rio Jordan para irrigar sus tierras.


La dificultad de estudio de esta antigua ciudad se agrava por los continuos vaivenes poblaciones y culturales. Hay tres razones fundamentales que hicieron que la ciudad quedara desierta y fuera repoblada muchas veces durante los miles de años de su historia: recesiones agrícolas (mucho más duras y duraderas que las crisis que padecemos nosotros, de carácter totalmente diferente, en algunos casos llegando a durar más de cien años), azotaban a toda la región. Por otro lado, había periodos en los que la tierra dejaba filtrar la sal al agua, haciéndola inservible para el consumo humano, forzando a los habitantes a salir de la ciudad y buscar otros asentamientos. En tercer lugar, la estabilidad y complacencia de la propia ciudad descuidó varias veces el cuidado de sus propias defensas que no impidieron que fuera invadida varias y sucesivas veces a lo largo de los miles de años de su historia.


De hecho, hasta el 1.400 a.C. la ciudad fue conquistada y repoblada por beduinos, Amorites, Hyksos y Canaanites, pero para entonces, muchas otras ciudades ya le habían quitado el honor de ser la ciudad más poblada del mundo.

Como es normal, entre tanta invasión, terremotos e inundaciones, las murallas se derrumbaron y se reconstruyeron varias veces (hasta 16 veces en 600 años), aunque el mito bíblico le otorgó este poder a las trompetas de Josué, cuyo primer objetivo en la conquista israelí fue Jericó. Sin embargo según los arqueólogos, para cuando llegó Josué a aquella zona, la ciudad ya estaba totalmente destruida.  Aunque la proximidad en algunas fechas hace que el misticismo y la leyenda sigan vivas. Es difícil de creer que fueron las trompetas las que destruyeron aquellos antiguos muros, pero pudo ser un simple ataque violento (uno más), o un terremoto más fuerte de lo normal, lo que acabó por echar abajo una ciudad milenaria.

Once mil años atrás nació una pequeña ciudad y, quizás, lo más interesante ha pasado invisible por esta pequeña historia. Las vidas pasan, se mueven, vienen y van, viven y conviven y dejan atrás lo poco que pudieron dejar. Once mil años pesan mucho, pero las murallas, aunque destruidas, siguen vivas y, si el tiempo lo permite, seguirán.




Nota del autor: Mi única fuente de información ha sido internet. Sí conoces más de la historia económica de Jericó, por favor, hazlo saber en los comentarios, estaré encantado de actualizar.
Nota del autor 2: Algunos datos se contradicen entre diferentes webs. Incluso se contradicen algunos arqueólogos. He intentado dar cuenta del dato que era más comúnmente aceptado (sobre todo en las medidas) o repetido.
Bonus Track: Os dejo con una canción del propio Hugh Laurie sobre la batalla de Jericó:


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(II) Uruk.

Fuentes:


3 comentarios:

  1. Vaya trabajo más completo, de una ciudad histórica. La geografía económica o incluso la relación entre psicología, sociología y economía puede ser todavía una asignatura algo pendiente para saber cómo funcionan y actúan las decisiones económicas.

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  2. Y eso que parece poco, pero tampoco es que haya mucha información (sobre todo porque por cada web científica me salían tres o cuatro bíblicas).

    Desde luego la sociología es importante, sobre todo porque aquí voy a hablar de las ciudades "emblema" de muchos imperios, los cuales seguían paradigmas o formas de estructurar una ciudad que son, de facto, totalmente diferentes.
    Va a ser interesante.

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  3. Muy interesante, sobre todo la canción.

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